Conflictes i mediació per Nadal  

La Navidad es una época del año cargada de emociones, expectativas y reuniones familiares. Aunque suele asociarse con alegría y reencuentros, también puede ser un periodo donde afloran tensiones y conflictos. En este post, exploraremos por qué surgen estos conflictos y cómo la mediación puede ser una herramienta eficaz para resolverlos, permitiendo disfrutar de unas fiestas más tranquilas y armoniosas. 

¿Por qué aumentan los conflictos en Navidad? 

  • Expectativas elevadas: Muchas personas esperan que todo salga perfecto durante las fiestas, lo que puede generar presión y frustración si las cosas no transcurren como se planeó. 
  • Reencuentros familiares: Las reuniones con familiares que no vemos a menudo pueden reavivar viejos desacuerdos o malentendidos. 
  • Diferencias de opinión: Temas como la política, la religión o la organización de las celebraciones pueden ser fuente de discusión. 
  • Estrés y cansancio: Los preparativos, las compras y los compromisos sociales pueden generar agotamiento, aumentando la irritabilidad. 

Ausencias y duelos: La falta de seres queridos o la reciente pérdida de alguien puede hacer que los ánimos estén más sensibles. 

 ¿Cuáles son los conflictos más comunes? 

Entre los principales conflictos en Navidad, tenemos los siguientes: 

  • Las obligaciones familiares, a la hora de coordinarse en cómo, cuándo, quién, dónde y qué vamos a organizar para reunirnos a la hora de las comidas más significativas. 
  • La tradición de hacer regalos que, en ocasiones, se convierte en un problema, ya que no todos los familiares piensan de manera análoga en cómo hacerlo. 
  • Exceso de reuniones. En ocasiones, se trata de varias reuniones a lo largo de un período corto de tiempo, lo que, teniendo en cuenta factores como: la personalidad, habilidades sociales, tiempo que se tiene para descansar…, pueden avivar la llama de la discordia. 
  • Relaciones personales: viejas rencillas o resentimientos que resurgen durante las reuniones, padres separados que tienen que compartir mesa, custodia de los hijos y qué días comparten con cada padre… 
  • Etc. 

Por tanto, la mediación se presenta como uno de los salvoconductos a los que agarrarse en un tiempo, donde, en el imaginario social, solemos pensar que todo está bien y que no es tiempo para estar mal con nadie. Algo, que es poco realista a tenor de las circunstancias familiares que acontecen a lo largo del resto del año. 

De tal manera, que a través de esta podemos reconducir o prevenir situaciones conflictivas que se pueden dar en estas fechas, ya que: 

  • Se trata de un ambiente más propicio para poder escucharnos. 
  • Tenemos más disposición a velar por el bienestar de los niños. 
  • Hay muchos aspectos vitales que nos unen a nuestros seres queridos, más allá de los que nos diferencian. 
  • Es una herramienta crucial para reflexionar sobre los orígenes del desacuerdo y, con ello favorecer:  
  1. Un mejor reparto de los días festivos y vacaciones entre padres separados. 
  1. Optimización en la organización de las comidas y encuentros familiares. 
  1. Prevenir las disputas económicas relacionadas con los regalos o la organización de eventos. 
  1. Identificar las posibles tensiones intergeneracionales o entre distintos miembros de la familia. 

En resumidas cuentas, la Navidad puede ser una buena época para la reflexión y gratitud de los distintos miembros familiares lo que puede facilitar momentos de paz y reconciliación. De la misma forma, el estrés de las fiestas puede sacar a la luz conflictos no resueltos, aumentando la necesidad de buscar soluciones pacíficas. Por lo tanto, aunque las festividades intensifican ciertos conflictos, igualmente, son propiciadoras de un ambiente propicio para la resolución pacífica y el mensaje de paz inherente a la temporada.  

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