Cuantas veces me habréis oído decir que el momento más importante de una mediación y muchas veces al que menos atención le prestamos, es aquel en el que tenemos el primer contacto con alguien que desconocemos: nuestros mediados.
Le prestamos especial atención al discurso inicial, es más, hacemos hincapié a nuestros/as alumnos/as, que no se les olvide informar en la primera sesión de los principios de la mediación, voluntariedad, confidencialidad, etc. Pero no le dedicamos tiempo a nuestro trabajo personal para tres cuestiones básicas en ese primer momento: que nos legitimen para ayudarles, que legitimen el proceso que vamos a seguir y que legitimen a las partes que van a intervenir.
Por eso considero más que importante este trabajo interno y más cuando al parecer las nuevas normativas de avances procesales, para crear una justicia de calidad, seguramente exigirán que muchas personas con conflictos en el ámbito privado tengan que acudir a una sesión informativa y exploratoria de mediación, para que decidan si quieren iniciar ese proceso de forma voluntaria. Tenemos la responsabilidad de conseguir que puedan legitimar este proceso de mediación y a nosotros/as como mediadores/as.
No olvidemos que “la legitimación es la facultad o derecho atribuido a una persona para reclamar alguna cosa, habiendo una especial relación entre el objeto afectado y la persona que reclama activamente (legitimación activa) por un lado y la que es receptora de dicha reclamación (legitimación pasiva). Por lo tanto, las partes implicadas en un conflicto, ya sea juicio o no, como partes actuarán por legitimación activa o pasiva, según en qué lado se encuentren”. En nuestro caso hablaremos siempre de “legitimación activa”, ya que ambas partes y el/la mediador/a, deben estar legitimados para iniciar un proceso que de forma pro-activa debe llevar a la búsqueda de un acuerdo mutuo, al que deben llegar las propias partes, pero en el que el papel del/la mediador/a es fundamental para que ello se produzca.
Es importante resaltar que cuando hablamos de “legitimación”, este es uno de los términos más debatidos y más confusos del derecho procesal y si estamos en otras disciplinas, qué decir de los términos: capacidad para intervenir en el proceso, necesidad de asistencia de abogados en sesiones, aptitud para intervenir, validación de las partes y otros muchos que pueden surgir como sinónimos de la legitimación.
Es verdad que guarda estrecha relación con la idea de capacidad, pero se diferencia de ella en que mientras la capacidad define las condiciones generales para intervenir en el proceso, esa que se presume en el mediador o mediadora cuando interviene, pero la legitimación determina las condiciones necesarias para poder participar en un proceso concreto y que surge de que las partes en conflicto, creen en ti, te validan, te legitiman, están convencidos que tú puedes ser la llave que por fin habrá la negociación, la comunicación y la búsqueda del consenso.
Es por eso que muchas veces, cuando somos conscientes de un conflicto, de los muchos que desgraciadamente vive nuestra sociedad hoy en día, no nos planteamos quien se ofrece como mediador para intentar buscar una solución, sino más bien ¿a quién legitimarían las partes para que se pueda producir ese encuentro deseado?
Para mi es tan importante como conseguir muchas veces que al igual que alguien nos busca, por referencias, o simplemente porque han hablado de nosotros y les preguntamos ¿en que y como te puedo ayudar? Consigamos que la otra parte acuda, legitimándonos, porque de forma artesanal, hemos conseguido que venga, sin que nosotros mismos le llamemos. No es lo mismo hacerles la pregunta anterior a que sea esta segunda parte afectada, la que nos diga ¿para qué me has llamado?
¿Difícil, verdad? Por eso en mis talleres le presto atención especial a ese momento, porque no constituye un presupuesto del derecho al proceso de mediación, sino un requisito de la acción que se ejercita en el proceso, que deriva de que las partes que se encuentren en conflicto, vean en ti, el profesional ideal, con las herramientas que tenemos, para intervenir en él.
Simplificando lo que quiero transmitir, quiero hacer referencia a la legitimación ad causam y ad procesum. En el primero, son las partes las que se legitiman entre si para validar que se pueda producir el encuentro para el diálogo y debate; en el segundo son ellos los que nos legitiman a nosotros como valedores del proceso que vamos a seguir y como bien digo, no solo del proceso, sino de que somos el profesional y la persona ideal para ello.
Por eso, legitimación y capacidad, se darán la mano y requieren de ti, una especial atención, porque será gran parte de la base desde donde puedas construir algo que les permita mejorar sus relaciones, que se entiendan, aunque no compartan y que buceen en un posible acuerdo. Bienvenidos a la mediación profesional.
¡Si quieres abrirte puertas al mundo de la mediación, este es tu lugar!