La familia ha sido tradicionalmente considerada un espacio reservado e íntimo, cuya privacidad era sagrada e intocable y las dificultades que surgen en el ámbito familiar suelen mantenerse en la esfera privada. Es por ello que la Violencia Filio-parental es una problemática de la que, a pesar de su elevada incidencia, se tiene escaso conocimiento y los datos sobre este fenómeno son limitados.
Entendemos este tipo de violencia, como el conjunto de conductas reiteradas de agresiones física (golpes, empujones, arrojar objetos), verbal (insultos repetidos, amenazas) o no verbal (gestos amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres o a los adultos que ocupan su lugar (Pereira, 2006).
Se incluyen entonces, las amenazas y los insultos, ya sean realizados a través de gestos o verbalizaciones, las agresiones físicas, de cualquier tipo, o la ruptura consciente de objetos apreciados por el agredido. Además, la violencia debe ir dirigida contra los padres o aquellas figuras parentales que les sustituyen: tutores, educadores, etc.
Según el informe publicado por la Fundación Amigó, los expedientes abiertos en Fiscalía de Menores a jóvenes por violencia filio-parental durante el año 2020 se situaron en 4.699. Andalucía es la región donde se abren un mayor número de expedientes a menores por este tipo de delito (980 durante 2020). Después encontramos Comunidad Valenciana con 830, Comunidad de Madrid con 697, 427 en Canarias y 252 en Baleares.
Estas cifras señalan el grave problema social que supone la Violencia Filioparental, ya que se estima que sólo se denuncian los casos más graves, entre un 10% y un 15% del total, por lo que estamos hablando de un problema que en la mayoría de las ocasiones permanece oculto y al que es necesario dar visibilidad y concienciando a la población del problema existente.
En cuanto al perfil de los menores que ejercen violencia hacia sus progenitores destaca que la media de edad de los hijos/as es de 15 años y medio y la de los progenitores es de 46 años y medio y en el 63% de los casos son varones. El 74% tiene un bajo rendimiento escolar, habiendo sufrido acoso escolar en un 16,81% de los casos. En el 64,35%, los/as hijos/as presentan algún tipo de adicción.
Cuando la situación familiar es altamente conflictiva y el deterioro de la conducta de los menores un hecho, existiendo incluso violencia física es necesario pedir ayuda a profesional en un servicio especializado en esta problemática. Las intervenciones destinadas a erradicar la violencia filio-parental, debe presentar una combinación de intervención familiar/parental junto con intervención individual/filial que de mayor fuerza y eficacia al tratamiento.
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