Artículo escrito por: Elisa Godino, autora y profesora del Curso de Mediación Civil y Mercantil de Fundación Didáctica XXI. Psicóloga y Mediadora familiar.
Desde siempre he sabido que quería dedicarme a la rama social, así que me especialicé en temas relacionados con intervención con familias y terapia de pareja, campos que desarrollo en el Centro de Orientación y Mediación Familiar COORDENADAS. Todavía recuerdo cuando decidí realizar mi primer curso de mediación y las preguntas que rondaban por mi mente al respecto: ¿Qué es realmente la Mediación? ¿Por qué es tan importante utilizarla para resolver conflictos familiares?
La mediación es una alternativa de gestión de conflictos eficaz y útil que fomenta la resolución positiva y pacífica de problemas cotidianos que pueden surgir en los diferentes ámbitos de las relaciones humanas, como podría ser el familiar.
Pero, ¿por qué se considera la mediación como el medio más adecuado para resolver conflictos familiares?
Gracias a mi experiencia profesional diaria con familias, he podido percatarme día a día de cómo mediante la mediación podemos disminuir el enfrentamiento y la tensión emocional y psicológica entre las personas implicadas, mejorando así su calidad de vida. En todo momento, como mediadora, he sido consciente de mi papel neutral y confidencial durante el proceso, creando en la medida de lo posible un espacio de escucha y diálogo, algo que en todas las ocasiones no ha resultado tan sencillo. Como ya señalara Bolaños (1966):“Las familias tienen sus propios recursos para tomar sus propias decisiones”, y la realidad y la importancia de esas palabras las he podido ir comprobando a través de mi experiencia con familias.
Neutralidad del mediador
Para profesionales de la psicología como es mi caso, donde el día a día se trabaja a través de la terapia, es muy complicado mantenerse neutral e imparcial durante la mediación y abandonar el papel activo que utilizamos durante la intervención proporcionando pautas o recursos a las partes. Es muy importante no olvidar, que son ellos y no nosotros los que tienen en sus manos el poder de encontrar una solución a sus problemas. Y sobre todo es muy complicado en el desarrollo de la mediación no olvidar que el protagonismo jamás lo tendrá el mediador, sino las partes. De igual modo, se añade que en la mayoría de los casos las partes no conocen de antemano en qué consiste el proceso de mediación y pueden pedirnos que los orientemos o demos pautas si saben que somos psicólogos.
Formación en mediación
Cuando el profesional se plantea realizar una formación en mediación, considero que es fundamental la importancia de que el curso de mediación seleccionado contenga tanto una parte teórica como una parte práctica. También creo que es fundamental el proceso interno del mediador ante los conflictos, es muy importante cómo siente y cómo canaliza las emociones, tanto las suyas propias como la de los mediados.
Gestión de las emociones
Los mediadores podemos liberar lo bueno o positivo que tienen las personas para ayudarles a conseguir acuerdos solucionando sus conflictos, pero no seremos capaces de hacerlo si no tenemos las habilidades necesarias para mirarnos en nuestro interior identificando nuestras propias emociones. En el momento en que conectemos con las emociones de las partes y las legitimemos, conseguiremos que el conflicto sea menos intenso y que los mediados empiecen a escucharse y a aceptar sus propios sentimientos siendo capaces de trasladar sus emociones. Es la expresión y la consciencia de lo que sienten lo que les lleva al cambio.
Cuando el mediado no reconoce la porción de razón de la otra parte porque se encuentra emocionalmente afectado por prejuicios hacia el otro, se empeña en imponer sus criterios sin más, generando respuestas agresivas de defensa y acrecentando el conflicto emocional. La mediación familiar no sólo es ventajosa por lo acuerdos que se constituyan entre las partes, si no porque ayuda a la que la comunicación se restablezca reduciendo los comportamientos competitivos como respuesta al conflicto original.