El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.
¿Quién fue el primero en estudiar los efectos del apego y sus consecuencias en la salud mental?
John Bowlby (1907-1990), psiquiatra y psicoanalista infantil, apoyándose en los trabajos de la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, se dedicó a estudiar los efectos de la relación entre el cuidador principal y el menor, en la salud mental de los menores y en su vida adulta.
Bowlby, realizó un estudios con niños institucionalizados por robo, y con niños que habían sido separados de sus madres a edades tempranas y llegó a la conclusión de que, la capacidad de resiliencia de los menores, estaba influenciada por el vínculo formado en los primeros años de vida.
El tipo de relación que se establece entre el bebé de pocos meses y su cuidador es determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior.
¿Qué diferentes tipos de apego existen?
Se ha descrito cuatro tipos de apego:
Apego seguro
Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos y interactúan de manera confiada con el entorno, no les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. Son personas que podrán llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
Apego ansioso y ambivalente
El niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, siente la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad. De adultos, les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.
Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores. Las conductas de sus cuidadores no han generado suficiente seguridad, el menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional. En la edad adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción.
Apego desorganizado
Contiene elementos del apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Lo presentan los menores cuyos cuidadores han puesto de manifiesto conductas negligentes o inseguras.
De adultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En algunos casos, este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.
¿Podemos hacer algo para cambiar nuestro estilo de apego?
Claro que sí, el apego evoluciona a lo largo de nuestra vida. todas las interrelaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan el comportamiento del momento actual. Las relaciones de amistad, laborales y de pareja también influyen en el tipo de apego y el rol que se mantienen con las nuevas figuras de apego.
Poniendo un ejemplo, una persona con un estilo de apego inseguro en la infancia puede “aprender” de a las conductas de apego seguro que le proporcionan su pareja u otras personas queridas, como puede ser un grupo de amigos íntimos psicológicamente saludables.
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Hemos de decir que, desde que el niño nace los padres han de ofrecerle un amor incondicional; es decir, no sólo deben querer a su hijo; sino que deben demostrárselo con su comportamiento, día a día. Haciéndole sentir que estarán a su lado, siempre que lo necesiten. Son muy importantes las muestras de amor con besos y abrazos, para que el menor se sienta querido. Los padres deben mostrarles que le ayudarán, siempre que lo necesite. Y se debe demostrar con hechos. De esta forma, el menor conseguirá tener un apego seguro, en aras a ser una persona independiente y segura de sí misma, en el futuro.