Shaprut: La confianza y el buen mediador Intercultural

Siguiendo aquella máxima de Marco Tulio Cicerón de que Historia Magister Vitae (la Historia es una maestra de vida), voy a contaros a través de una historia verdadera, la importancia de que un buen mediador intercultural irradie confianza para poder plantar la base para la búsqueda de un acuerdo entre las partes.

Para ello nos vamos a ir a un tiempo y un territorio concreto. Nos iremos a la Península Ibérica en pleno Siglo X.

En el Año 939 Ramiro II de León que había derrotado al califa de Córdoba en la batalla de Simancas, y tres años después ambos monarcas se decidieron a dirimir los detalles de unos acuerdos de paz interesantes para las partes.

Para ello el califa Abderramán III envía a su secretario judío Hasday ben Shaprut, muy conocido por sus dotes a la hora de mediar y negociar, para concluir las negociaciones de paz con el rey de León y sobre todo para una empresa particular, la de lograr que sea liberado Muhammad ben Hashim, gran gobernante musulmán de Zaragoza y que había sido hecho prisionero en aquella batalla.

Como ya dijimos en un anterior articulo los mediadores interculturales de aquella época solían tener el encargo de poder liberar a soldados en cautiverio después de alguna batalla.

Tras permanecer siete meses en la corte del rey leonés, Shaprut consigue ganarse la confianza de rey Ramiro y así en el 941, consigue que el rey Ramiro acceda a la liberación del gobernante musulmán apresado, a cambio de unos obispos mozárabes.

Lo importante de esta historia, es quizás la labor del mediador, que es el que al final consigue que haya un acuerdo después de una guerra muy sangrienta.

La Confianza Y El Buen Mediador Intercultural

La mediación de Shaprut

Analicemos a Shaprut, nuestro mediador en esta historia.

En primer lugar, es enviado por Abderramán III a territorio leonés porque es alguien de su confianza, alguien en el que puede depositar la negociación. Además, lo manda a él porque probablemente sea un especialista en el contexto donde se movía, en este caso, en las fronteras entre ambos reinos entres ambas religiones (él era judío), hablaba varias lenguas (hebreo, árabe y latín), y además fue elegido también porque era una persona que conocía la problemática desde cerca.

Pero es que además Shaprut tuvo paciencia y tuvo que pasar en territorio cristiano 7 meses. Él sabía que la confianza lo era todo y no solo perseveró en el tiempo, sino que cuando no había posibilidades de ser recibido no se arengó y siguió buscando la posibilidad de seguir trabajando para poder llegar a un acuerdo.

Además, descubrió cuales eran los intereses comunes de las partes litigantes, personificados aquí en los obispos mozárabes y el propio gobernador musulmán de Zaragoza, y no se distrajo del objetivo para provocar la liberación de ambas partes.

Por lo tanto, la paciencia y la perseverancia es una virtud en la mediación. Nuestras acciones de mediar no pueden tener prisas, se debe cocinar a fuego lento, pero tenemos que estar muy preparados y entrenados para utilizar todas nuestras técnicas y descubrir los intereses ocultos de las partes.

Es muy importante que cuando hagamos eso y veamos que las partes están preparadas, provoquemos el cerrar un acuerdo.

Y es que una de las partes más importantes del hecho de mediar, no es solo hacerlo, sino también el de provocar que los pactos sean una realidad. Por tanto, cerrar los acuerdos debe ser también nuestro objetivo como mediadores y seguramente marcará la diferencia entre un profesional y el que no lo es tanto. ¿Cómo creéis que era considerado Shaprut en su época?, Pues esto lo sabemos gracias a las crónicas de la época donde fue una figura tan respetada que si no conocen Jaén (España), vayan a visitar la plaza del Rastro, allí encontraran el monumento de este gran mediador intercultural.

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