San Valentín o el día del amor
Hoy, día 14 de febrero, se celebra el día de San Valentín o día de los enamorados. Una jornada en la que no resulta extraño encontrarnos con muestras de afecto en forma de cartas, flores, y/o regalos. E incluso, lejos de lo material, ver a personas portando vestimentas o símbolos de color rojo; color asociado al amor, aunque también -paradójicamente- a la ira y la venganza que, por otro lado, en ocasiones suelen suceder al mismo cuando acaba.
Sobre el origen de esta festividad, no exenta de críticas por su vinculación actual al consumismo, hay diversas versiones, siendo quizás la más sonada aquella que nos habla de un Sacerdote de la antigua Roma (Valentín), que se jugó la vida por casar en secreto a jóvenes enamorados, desobedeciendo las órdenes del Emperador (Claudio II), quién prohibió el matrimonio entre los jóvenes (semillero de sus tropas) a fin de lograr que estos se alistasen en el ejército y fuesen mejores soldados.
Sea como fuere, lo cierto es que alrededor de todo el mundo y principalmente los países occidentales, nos hemos ido sumando a esta tradición, incluyendo en nuestros calendarios un día especial para celebrar el amor. Y no solo desde el comercio o la hostelería que, sin duda, se suben al carro aprovechando la ocasión, porque, ¿hay algo mejor que estar enamorado/a? Probablemente no, si entendemos el amor como ese estado idílico en el que irradiamos felicidad, gratitud, comprensión, cariño, confianza y generosidad hacia otra persona con la que queremos compartir la vida.
Qué hacer cuando se acaba el amor en pareja
Qué hacer cuando se acaba el amor en pareja
Pero, ¿y si no funciona? es la pregunta que lanzamos en este post y no en balde.
A pesar de que socialmente tendamos a idealizar el amor en pareja, la realidad es que la tasa de nulidades, separaciones y divorcios va en aumento.
El pasado 15 de julio de 2022, el Instituto Nacional de Estadística (en adelante, INE) emitió una nota de prensa en la que se recogía la Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios (ENSD) correspondiente al año 2021 y que abría con los siguientes titulares:
- En 2021 hubo 86.851 divorcios, un 12,5% más que en el año anterior.
- La custodia compartida fue otorgada en el 43,1% de los casos de divorcio y separación de parejas con hijos.
Dentro de los datos que recoge el interesante análisis que realiza en INE, podríamos destacar que, la mayoría de divorcios (78,8%) y separaciones (87,9%) fueron de mutuo acuerdo, siendo la duración media de este tipo de procedimientos bastante inferior (3,2 meses) que la de los procedimiento de tipo contencioso en los que no hubo consenso (11,9 meses).
Y es que a la hora de plantear el “final” de una relación y, en definitiva, de un proyecto conjunto, habría que valorar la manera que menor repercusión negativa conlleve a las partes, pensando también en los posibles daños colaterales que pudieran sufrir terceras personas vinculadas a las mismas, especialmente, los/as hijos/as en caso de existir.
Eso nos hace apostar definitivamente por la mediación, sobre todo si, aunque se acabe el amor, no puede acabar la relación. Sobre esto último, quizás se pregunten, ¿cómo puede ser eso?
Solemos equiparar el final del amor al final de las relaciones, no obstante, hablamos de un final entre comillas cuando, fruto de ese amor, existen hijos/as menores de por medio. En este último caso, llegar a un consenso se hace estrictamente necesario por el bien de todos los miembros de la familia.
Porque el amor también nos enseña que, a pesar de las decepciones, contratiempos y desilusiones, hay entendimientos que resultan necesarios y merece la pena dejar a un lado el rencor y agarrarnos a aquello que aún nos une, para lograr superar las desavenencias sin generar más dolor.
Así las cosas, la mediación familiar, como método dialogado de gestión de conflictos, nos ofrece grandes herramientas y oportunidades, otorgando a cada parte el lugar protagonista que deben seguir manteniendo respecto de sus vidas y contribuyendo a que sean ellas mismas las que decidan sobre su futuro mediante acuerdos equitativos, justos, estables y duraderos. Todo ello, alejados de la frialdad de un juzgado, pero igualmente asistidos para garantizar sus intereses, el de ambas, trabajando especialmente en aquellos intereses comunes, como lo será indudablemente el bienestar de sus hijos/as.
No podemos controlar cuándo acaba el amor, pero sí cómo acaba (o continúa) la relación y, en ese sentido, los/as mediadores/as profesionales brindamos a las partes una ayuda para que lo hagan de manera responsable, consciente y consensuada, contribuyendo así a un menor coste sentimental, económico y temporal. Buscamos, en definitiva, un GANAR-GANAR que satisfaga a las partes y haga más llevadero sanar la herida que la flecha de cupido les dejó. Porque, se conseguirá terminar con la relación de pareja, pero continuará de la mejor manera posible la de progenitores.
Sigamos amando, aprendiendo y creciendo en base a ese amor. ¡Feliz día de San Valentín a todos/as!
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