Si la profesionalidad debe ser entendida como una virtud, conviene precisar qué cualidades han de constituir, la excelencia profesional. Aristóteles, el gran teórico de las virtudes, sirve aquí de guía para ir descubriendo y determinando qué virtudes deberían adornar la práctica sanitaria.
Cualidades para lograr la excelencia profesional
Además de los valores tradicionalmente reconocidos, como la benevolencia o el respeto, se pone especial énfasis en la importancia del cuidado, un valor nuevo, que algo tiene que ver con la mayor visibilidad de la mujer en la sociedad y en las profesiones sanitarias.
El cuidado es un valor que complementa al de justicia y que cobra especial relieve en una época en que la curación del paciente no puede ser ya el único fin de la medicina.
Lo cual lleva a la confianza, una relación de confianza debería sustituir a la relación paternalista clásica que no tenía en cuenta el protagonismo del paciente.
Una serie de cambios sociales, culturales, políticos, organizacionales y también éticos, fuerzan a las profesiones sanitarias a evolucionar hacia un modelo centrado en el paciente, que tenga en cuenta la capacidad de éste para tomar decisiones sobre su propio cuerpo, así como la importancia de la comunicación y el diálogo para afrontar decisiones complejas y difíciles.
En la comunicación verbal existen palabras y formas de expresión que generan en quien las oye sentimientos de rechazo y desagrado o, por el contrario, que provocan una actitud positiva en el receptor, según como las digamos se interpretan de una manera u otra.
Escucharnos para contestar no para entendernos. No se trata de dar la opinión se trata de estar, entender.
Además de la escucha activa es fundamental darle la importancia que se merece al lenguaje no verbal, es muy difícil esconder determinadas expresiones en la negociación de un conflicto, al ser, como podemos decir, una reacción instantánea desde el cerebro, distinta a la corporal.
Podemos ser “expertos”, si dominamos este ámbito, porque el estado emocional de las personas mediadas es automático e instantáneo.
Otra virtud fundamental en la práctica sanitaria es la virtud de la prudencia, que hoy podemos denominar como autorregulación.
Se entiende por autorregulación al control que una persona ejerce sobre sus emociones, sus acciones y sus pensamientos. Este proceso contribuye a que el individuo pueda cumplir con sus objetivos. Puede decirse que la autorregulación implica el dominio de la conducta y de los procesos cognitivos, por ejemplo.
En la Escuela Internacional de Mediación, dentro de la especialidad sanitaria, trabajamos en profundidad estos conceptos con la finalidad de tener una formación que ofrezca una atención de calidad y una excelencia profesional.
Me parece una muy buena declaración de los principios de ontológico de la mediación