Elaborado por Dña Judith Simón Fuentes, Trabajadora social del Hospital Costa del Sol y experta docente del Máster en Mediación y Gestión de Conflictos Multidisciplinares
El proceso de la comunicación es un tema amplio y delicado. Es la comunicación la que define al hombre, es su principal esencia, somos irremediablemente seres comunicativos, dependemos de nuestra capacidad comunicativa para subsistir, para vivir, para desarrollarnos personalmente, para evolucionar y madurar, para llevar a cabo nuestra labor diaria con calidad, para sentirnos realizados y, cómo no, para ser felices.
Quizás es momento de reflexionar sobre la comunicación, a la que no prestamos la atención que se merece, quizás por prisas, rutinas, ritmo diario y rutinario, y es un instrumento fundamental.
La capacidad de lograr una comunicación positiva y eficaz es algo que se aprende. Comunicar no es un conocimiento ni una cualidad innata, es más una habilidad que podemos practicar, entrenar y mejorar. No debemos asumir que nuestra manera de comunicar es invariable ni depende de nuestra personalidad y que no puede ser modificada ni mejorarse.
Una conducta socialmente habilidosa se define como un conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás y resolviendo de inmediato los problemas surgidos en una situación determinada minimizando la probabilidad de futuros problemas.
Las habilidades sociales son esenciales para obtener dos tipos de objetivos:
– Objetivos afectivos: consiguiendo relaciones satisfactorias, estableciendo amistades y relaciones amorosas.
– Objetivos instrumentales: permitiendo actividades con éxito que se realizan en la comunidad, la utilización de instituciones sociales y prestaciones.
En la comunicación debemos diferenciar principalmente tres componentes:
– Verbal: El habla, el contenido del mensaje.
– Paraverbal: volumen de la voz, la entonación, fluidez, velocidad, tiempo de habla…
– No verbal: La mirada, la sonrisa, gestos postura corporal…
En el contexto laboral en general, y en el sanitario en particular, la comunicación es de vital importancia, ya que permite la creación de un nexo de unión entre los miembros de la entidad, que habilita la trasferencia de pensamientos, opiniones y conceptos y la derivación de una respuesta. Asimismo, permite trasmitir la información profesional al usuario, la cual debe estar adaptada al mismo. Si la comunicación es eficaz, puede resultar una herramienta para facilitar el éxito de una mediación.
En determinados ámbitos laborales como el sanitario, es fundamental la adquisición de ciertas habilidades comunicativas relacionadas con las competencias emocionales que favorezca la participación de las partes. Trabajar la escucha activa, con atención verdadera para comprender las necesidades, es imprescindible para obtener los mejores resultados dentro de la mediación en este ámbito.
El Máster de Mediación y Gestión de Conflictos Multidisciplinares y la especialidad de mediación sanitaria que ofrece la Escuela Internacional de Mediación, puede ayudarte a cubrir este ámbito y servir como complemento fundamental a otros ámbitos profesionales, permitiéndote acceder a los principales registros.