Artículo escrito por: Alicia Pérez, trabajadora social, mediadora y perito social. Coautora del Curso de Mediación Civil y Mercantil de Fundación Didáctica XXI.
La mediación se ha convertido en nuestros días en una gran apuesta desde distintos estamentos como son la Administración Pública, pero también desde otros ámbitos privados, con objeto de construir una nueva ciudadanía basada en dinámicas de resolución de conflictos distintas a otras formas más conocidas de resolver los conflictos.
La mediación es considerada como un proceso de comunicación que permite abordar situaciones conflictivas, que con la intervención de la persona mediadora (un tercero neutral e imparcial) se ayuda a las partes a lograr voluntariamente una situación positiva ante el conflicto. Ésta se construye a partir de unos principios fundamentales que siembran las bases para poder diferenciarla de otros métodos de resolución de conflictos, como es por ejemplo el sistema judicial ordinario.
Estos principios fundamentales son la voluntariedad de las partes y la imparcialidad y neutralidad de la persona mediadora. Por otro lado, cuando las partes se encuentran en una situación de estancamiento, con la ayuda de la persona mediadora, intentan buscar las distintas alternativas de forma coordinada y consensuada que les permitan optimizar unos acuerdos capaces de responder a los intereses que cada una tiene, con un sentido colaborativo entre ambas.
La mediación surge como una magnífica vía para hacer posible la transformación de los obstáculos en oportunidades
Con estos acuerdos, en la mayoría de los casos se consigue una disminución del coste emocional; restablecer la comunicación entre las partes que se había perdido o deteriorado en muchos casos, beneficiando así su entorno relacional y sobre todo el de los hijos, siendo ésta perdurable en el tiempo; y además se consigue que las partes se impliquen en la resolución de sus conflictos, lo que se traduce en una mayor satisfacción de las soluciones adoptadas y un mayor grado de cumplimiento voluntario de los acuerdos.
En los ámbitos de relación social, la presencia del conflicto no sólo es un hecho habitual de la convivencia cotidiana, sino que además, desde su gestión positiva puede ser un fenómeno que estimule el crecimiento y la madurez de los vínculos sociales en constante evolución, así como la capacidad de las personas para generar nuevas formas de comunicación, basadas en el diálogo, el intercambio de opiniones y el espíritu cooperativo. Desde esta perspectiva, clave para generar un tejido social capaz de hacer nuestras ciudades más humanas y confortables, la mediación surge como una magnífica vía para hacer posible la transformación de los obstáculos en oportunidades.
Desde el punto de vista del Trabajo Social, la mediación permite la incorporación de unos aprendizajes capaces de prevenir situaciones que puedan desestructurar el ámbito social y/o familiar y a la vez generar la atención de los conflictos.
Sin duda alguna, además de las habilidades también es necesaria la formación de los mediadores, ya que un curso mediación permite al alumno estudiar las circunstancias que resultan ser más relevantes para aquellos profesionales o personas que se dedican a la gestión de los conflictos a través de la mediación. El enfoque teórico debe tener su reflejo en cuestiones prácticas, que serán las que permitan tener una perspectiva más clarificadora con respecto a cómo el mediador o mediadora debe aplicar las técnicas de aprendizaje y habilidades que haya aprendido para su posterior práctica profesional.