Los conflictos existen, han existido y siempre existirán en la sociedad en todos los ámbitos, y son especialmente importantes los de índole familiar, que son más delicados debido a los vínculos y lazos afectivos entre las partes enfrentadas.
Día a día surgen problemas cotidianos entre la población civil: asuntos de custodia de hijos/as entre padres y madres separados/as, vecinos/as con problemas de ruido o vandalismo, accidentes leves, etc. Los casos de cuota alimentaria, tenencia de hijos/as y disolución de la sociedad conyugal son los más comunes en mediación familiar y los que mayor índice de éxito con resolución positiva presentan.
La mediación familiar o la mediación comunitaria son una buena vía alternativa para solucionar y destrabar conflictos que por su naturaleza pueden considerarse sencillos (aunque cabe destacar que en otros muchos casos de mayor gravedad es necesaria la intervención judicial ordinaria), de una manera pacífica y consensuada, siempre con la voluntad de los afectados de llegar a algún acuerdo mutuo.
La mediación desmontando paradigmas sociales
En palabras de la directora provincial de Desjudicialización de Conflictos Interpersonales de Santa Fe (Argentina): “Vivimos en una sociedad tan conflictiva que todos los problemas cotidianos que tenemos los resolvemos de una manera violenta o competitiva. El paradigma existente, casi como un mandato social preestablecido dice: ‘Si tengo un conflicto con otro debo ganarle o, en última instancia, eliminarlo, lo cúlmine de la violencia’. Esa forma de resolución violenta se ve luego en los titulares de los diarios”.
Los conflictos son naturales e inherentes a la vida, y gran parte de ellos tienen lugar entre personas que se conocen o tienen algún tipo de relación. La mediación familiar o la mediación comunitaria genera un espacio colaborativo de diálogo donde estas personas en conflicto tienen la oportunidad de remendar su situación por su propia voluntad, mediante la escucha activa, la empatía y con la intervención de una figura neutral: el mediador/a.
Es cierto que, en ocasiones, los conflictos no se consiguen solucionar a través de la mediación. Sin embargo, la mediación ya habrá conseguido algo muy fructífero: transformar el conflicto, permitiendo que la relación entre las partes enfrentadas sea más fluida y menos violenta. Porque en la mediación tienen cabida las emociones y la comunicación, algo fundamental para que un problema deje de existir. Es por esa razón que siempre merecerá la pena intentar la mediación.