Promoviendo una mediación justa, equitativa e inclusiva a través de la perspectiva de género

(Blanca Barredo Gutiérrez)

  A. Definición de género

El género, tal como lo define la Organización Mundial de la Salud, es un conjunto de ideas y prácticas sociales que definen lo que se considera apropiado para hombres y mujeres en una sociedad determinada. Estos conceptos no están arraigados en la biología, sino que son construcciones sociales que se aprenden y se refuerzan a lo largo de la vida, especialmente a través de la familia y la educación. La socialización de género implica la transmisión de roles y estereotipos que dictan cómo deben comportarse los individuos según su sexo biológico. Estos roles a menudo se manifiestan en aspectos cotidianos como la vestimenta, los juegos y las tareas domésticas, y pueden perpetuar desigualdades de poder entre los géneros.

B. Importancia de la perspectiva de género en la mediación

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La perspectiva de género reconoce estas desigualdades y busca comprender cómo las diferencias biológicas entre los sexos se traducen en desigualdades sociales. El sistema patriarcal, en particular, ha sido identificado como un factor que contribuye a la opresión de género, transformando las diferencias sexuales en jerarquías de poder. La noción de género como un concepto relacional es crucial para entender estas dinámicas, ya que pone de relieve las relaciones de poder y opresión que existen entre los géneros.

II. Desigualdades de género y roles sociales

  A. Interacción entre biología y construcciones sociales

Las desigualdades de género se manifiestan en los roles sociales que se esperan de hombres y mujeres, y a menudo se expresan a través de estereotipos de género. Estos estereotipos pueden asignar características como la sumisión y la pasividad a las mujeres, y el dominio y la agresión a los hombres. Tales expectativas pueden limitar la libertad individual y perpetuar la discriminación. La comprensión y el cuestionamiento de estas construcciones de género son pasos esenciales hacia una sociedad más igualitaria y justa, donde las personas puedan expresarse libremente sin estar constreñidas por normas de género restrictivas.

B. Estereotipos de género y desigualdad de poder

La masculinidad y la feminidad, como construcciones socioculturales, han sido tradicionalmente definidas por una serie de características y roles específicos que se esperaban de hombres y mujeres. Estas expectativas han estado profundamente arraigadas en la mayoría de las sociedades y han influido en la percepción de lo que significa ser hombre o mujer. La masculinidad hegemónica, por ejemplo, ha promovido una imagen del hombre como fuerte, dominante y emocionalmente reservado, mientras que la feminidad ha sido asociada con la pasividad, la emotividad y la dependencia. Sin embargo, estas nociones han sido desafiadas y están en constante evolución.

III. Transformación de los roles de género

  1. Evolución de la masculinidad y feminidad
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Con el paso del tiempo y los cambios en las dinámicas sociales, como la creciente igualdad de género, la lucha por los derechos de las mujeres y el reconocimiento de la diversidad sexual y de género, los roles tradicionales han comenzado a transformarse. La incorporación de la mujer al mercado laboral y el cuestionamiento de los roles de género han contribuido a una visión más fluida y menos binaria de la masculinidad y la feminidad. Esto ha permitido que las personas adopten una gama más amplia de comportamientos y expresiones de género sin estar limitadas por las expectativas tradicionales.

  • Influencia del movimiento feminista
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La transformación de los roles de género también ha sido influenciada por el movimiento feminista, que ha trabajado incansablemente para desmantelar las estructuras patriarcales y promover la igualdad. Este movimiento ha cuestionado las normas de género y ha abogado por una sociedad en la que las personas puedan expresarse libremente, independientemente de su género. Como resultado, estamos presenciando una era en la que la identidad de género y la expresión de género se entienden como aspectos más complejos y multifacéticos de la experiencia humana.

  • Diversidad de género y expresión de género
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La difuminación de los roles de sexo es un reflejo de una sociedad que avanza hacia una mayor aceptación de la diversidad y la individualidad. Ya no se espera que todos los hombres o todas las mujeres cumplan con un conjunto estático de características o comportamientos. En cambio, se reconoce que cada persona es única y que la identidad de género puede ser un espectro en lugar de una categoría binaria. Esta evolución cultural está permitiendo que las personas vivan de manera más auténtica y satisfactoria, liberándose de las restricciones de los roles de género prescritos.

En última instancia, la transformación de los roles de género es un testimonio del cambio social y de la capacidad de las sociedades para adaptarse y crecer. A medida que continuamos cuestionando y redefiniendo lo que significa ser hombre o mujer, podemos esperar ver un futuro en el que la igualdad de género sea la norma y en el que las personas sean valoradas por sus cualidades individuales y no por su conformidad con roles de género anticuados. La sociedad se beneficia de esta apertura y flexibilidad, ya que permite que todos los individuos contribuyan plenamente a su potencial, sin las barreras de los estereotipos de género.

IV. El papel de los micromachismos y la herencia cultural en la construcción de roles de género

  A. Definición y manifestaciones de los micromachismos

Los micromachismos, término acuñado por Luis Bonino en 1998, refieren a prácticas cotidianas sutiles que perpetúan la desigualdad de género, a menudo pasando desapercibidas debido a su naturaleza menos evidente en comparación con el machismo más explícito. Estas prácticas pueden incluir desde comentarios despectivos disfrazados de humor hasta expectativas de comportamiento basadas en estereotipos de género. La identificación y el cuestionamiento de los micromachismos son pasos cruciales hacia la igualdad de género, ya que permiten visibilizar y desafiar las normas sociales que subyugan a las mujeres en situaciones cotidianas.

B. la herencia cultural del amor romántico

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La herencia cultural del amor romántico en España, como se describe en las investigaciones de Carlos Yela en 2000, ha contribuido a la construcción de un ideal de pareja y matrimonio que enfatiza la pasión y la fidelidad como pilares fundamentales. Sin embargo, este ideal puede tener implicaciones en la autonomía y la participación de las mujeres en la esfera pública, al reforzar una identidad centrada en el ámbito doméstico y el cuidado familiar. Aunque los roles de género han evolucionado con el tiempo, la influencia de estas normas culturales persiste, afectando la organización familiar y las expectativas de comportamiento dentro de las relaciones de pareja.

  • Impacto en la organización familiar contemporánea
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La organización familiar contemporánea sigue siendo un reflejo de la interacción entre estos factores culturales y las dinámicas de poder de género. A medida que las mujeres continúan ganando terreno en la vida pública y profesional, los roles de género dentro de la familia también están en transición. Este cambio ofrece una oportunidad para redefinir las relaciones de pareja y familiares de manera más equitativa, reconociendo y valorando las contribuciones de todos los miembros, independientemente de su género. La conciencia y el rechazo de los micromachismos, junto con una reflexión crítica sobre la herencia cultural del amor romántico, son fundamentales para avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva.

La brecha salarial de género es una manifestación de la desigualdad de género en el ámbito laboral. Esta brecha se refiere a la diferencia en la remuneración promedio entre hombres y mujeres, que a menudo se debe a la división sexual del trabajo. Tradicionalmente, se ha esperado que las mujeres realicen tareas domésticas o de cuidado, las cuales generalmente no son remuneradas si se llevan a cabo en el hogar. Por otro lado, las tareas asignadas a los hombres suelen estar relacionadas con el ámbito productivo, el cual está vinculado con la economía, la política y la vida social, y por lo tanto, son actividades remuneradas.

En cuanto a la perspectiva laboral, la educación ha sido un factor determinante en el acceso a oportunidades de empleo. Aunque en el pasado se podía argumentar que las mujeres ocupaban trabajos peor remunerados debido a un menor nivel educativo, hoy en día, la situación ha cambiado. Las mujeres han alcanzado y, en muchos casos, superado a los hombres en términos de nivel educativo. Sin embargo, las mujeres a menudo eligen profesiones o carreras que están menos valoradas económicamente, lo que contribuye a la persistencia de la brecha salarial.

Además, hay aspectos de la desigualdad que no son inmediatamente evidentes. Estos incluyen  los prejuicios, y las dinámicas laborales que excluyen a las mujeres, así como, la posibilidad de maternidad, que pueden limitar las oportunidades de las mujeres en el trabajo. Estos factores contribuyen a pequeñas acciones o actitudes que, aunque pueden parecer insignificantes individualmente, colectivamente perpetúan la desigualdad de género.

V. La perspectiva de género en la mediación

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A. La equidad de género en la mediación

La perspectiva de género en los procesos de mediación es fundamental para garantizar la equidad y la justicia en la resolución de conflictos. Al considerar cómo las diferencias de género afectan las interacciones y percepciones, la persona mediadora puede abordar mejor las dinámicas de poder y los prejuicios que a menudo están presentes en las disputas. Esta perspectiva ayuda a identificar y desafiar las normas y estereotipos de género que pueden influir en el comportamiento y las expectativas de las partes involucradas. Al hacerlo, se promueve un entorno más inclusivo y se reconoce la diversidad de experiencias y necesidades.

La mediación con perspectiva de género no solo se enfoca en la igualdad entre mujeres y hombres, sino que también considera las complejidades de la identidad de género y la orientación sexual. Esto es crucial en una sociedad que está evolucionando constantemente en su comprensión de la identidad de género. Al integrar esta perspectiva, la persona mediadora puede facilitar conversaciones que respeten y validen las experiencias individuales, al tiempo que trabajan hacia soluciones que reflejen la justicia y la igualdad de género.

B. Abordar las desigualdades de poder y los roles de género en la mediación

La perspectiva de género en la mediación puede revelar cómo las estructuras sociales y las desigualdades de poder afectan las relaciones personales y profesionales. Esto permite a los mediadores abordar no solo los problemas superficiales, sino también las causas subyacentes de los conflictos. Al reconocer estas influencias, se pueden desarrollar estrategias de mediación más efectivas que tengan en cuenta la totalidad de las circunstancias de una persona y no solo la situación inmediata.

  C. Promover la equidad de género en la mediación

La perspectiva de género en la mediación es un enfoque que busca reconocer y abordar las desigualdades de género que pueden influir en los conflictos y en su resolución. Al incorporar esta perspectiva, los mediadores y las mediadoras pueden identificar y desafiar las normas y creencias de género que a menudo están arraigadas en la sociedad y que pueden perpetuar la discriminación y la injusticia. Esto implica un compromiso con la igualdad de género y con la creación de espacios de diálogo que respeten y valoren las experiencias y necesidades de todas las personas, independientemente de su género.

La mediación con perspectiva de género también reconoce que las experiencias de mujeres y hombres pueden diferir significativamente debido a las estructuras de poder desiguales. Por lo tanto, este enfoque no solo busca resolver el conflicto presente, sino también contribuir a un cambio social más amplio que promueva la equidad de género. Al hacerlo, se puede mejorar el acceso a la justicia para aquellos que pueden estar en situaciones de vulnerabilidad y se pueden abordar las raíces más profundas de los conflictos. Por otro lado, la perspectiva de género en la mediación puede ayudar a detectar y abordar situaciones de violencia de género que de otro modo podrían pasar desapercibidas. Esto es crucial, ya que la violencia de género a menudo se oculta y se normaliza debido a las mismas creencias y estereotipos que la perspectiva de género busca cuestionar.

VI. Los principios de neutralidad e imparcialidad en la mediación

  1. La neutralidad e imparcialidad un pilar de la mediación

Los principios de neutralidad e imparcialidad son fundamentales en el proceso de mediación, ya que garantizan un trato justo y equitativo para todas las partes involucradas. La neutralidad se refiere a la ausencia de prejuicios o preferencias por parte de la persona mediadora, mientras que la imparcialidad implica una distancia equidistante respecto a los intereses de las partes. Estos principios son esenciales para mantener la confianza en el proceso de mediación y asegurar que las soluciones surjan de las propias partes y no de influencias externas.

La neutralidad en la mediación es un tema complejo y multifacético. Tradicionalmente, se ha considerado a la neutralidad como un pilar de la mediación, donde el mediador debe actuar sin permitir que sus propios valores y prejuicios influyan en el proceso. Sin embargo, como señala Merino, esta concepción clásica de la neutralidad es prácticamente inalcanzable, ya que todos los seres humanos tienen sus propios sistemas de creencias y prejuicios que inevitablemente afectan sus interacciones. En lugar de aspirar a una neutralidad absoluta, que podría inadvertidamente favorecer los valores de la cultura dominante, algunas personas mediadoras abogan por un enfoque más consciente de la propia cultura e ideología. Esto implica un reconocimiento de cómo estos factores personales pueden influir en el proceso de mediación y un esfuerzo por minimizar su impacto.

La neutralidad en la mediación no es un concepto estático, sino uno que debe ser constantemente reevaluado y ajustado en función de las realidades de cada situación. La mediación efectiva requiere una comprensión profunda de la imparcialidad y la neutralidad, así como la habilidad para navegar y equilibrar las complejidades inherentes a las relaciones humanas y los conflictos sociales.

  B. La co-mediación , una estrategia para abordar la asimetría de poder

La co-mediación es otra técnica efectiva, especialmente cuando se conforma por mediadores y mediadoras de géneros diferentes, lo que puede ayudar a equilibrar las dinámicas de poder y asegurar que las partes se sientan representadas. Esta diversidad en la mediación refleja una gama más amplia de perspectivas y promueve un ambiente de igualdad y respeto.

VII.  La mediación efectiva y los desequilibrios de poder en las relaciones familiares

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  1. La equidad de poder aspecto crucial

La equidad de poder en la mediación familiar es un aspecto crucial para garantizar un proceso justo y equitativo. La neutralidad e imparcialidad del mediador, como señala Daniel J. Bustelo, es fundamental para evitar que las dinámicas de poder preexistentes influyan en el resultado de la mediación. La conciencia del mediador sobre sus propias creencias y las de las partes involucradas permite identificar y abordar cualquier desequilibrio de poder. Esto es especialmente relevante cuando se consideran los roles de género, que pueden afectar la percepción y el comportamiento de los participantes en la mediación.

Los roles de género tradicionales a menudo asignan diferentes expectativas y responsabilidades a hombres y mujeres, lo que puede llevar a una distribución desigual del poder dentro de las relaciones familiares. En situaciones de conflicto, estas diferencias pueden exacerbarse, haciendo que una parte se sienta menos empoderada para expresar sus necesidades y deseos. Por lo tanto, es esencial que el mediador reconozca y aborde estas dinámicas para promover un ambiente donde todas las voces sean escuchadas y valoradas por igual. Hay que destacar como afirma Daniel J. Bustelo la importancia de la escucha en mediación.

Además, la mediación familiar debe ser un espacio seguro donde se puedan discutir abiertamente temas difíciles sin temor a represalias o juicio. Los comportamientos abusivos, que pueden ser más visibles en el ámbito privado, deben ser identificados y manejados con cuidado para proteger a las partes vulnerables y asegurar que la mediación no perpetúe ni refuerce estas dinámicas. Por lo tanto, la equidad de poder es un pilar de la mediación familiar efectiva. Requiere una persona mediadora consciente y capacitada que pueda navegar las complejidades de las relaciones humanas y los roles de género. Al hacerlo, la mediación puede proporcionar una resolución de conflictos que no solo sea justa, sino que también empodere a las partes.

  • El dinero como medio para ejercer el poder

El dinero ha sido un instrumento de poder desde tiempos inmemoriales, actuando como un medio para ejercer influencia y control en diversas esferas sociales y políticas. La cita de Bustelo (1995) refleja la perspectiva de que el control del dinero, y por ende del poder, ha sido históricamente dominado por los hombres, lo que ha contribuido a una desigualdad de género en términos de acceso y administración de recursos económicos. Esta dinámica de poder no sólo afecta la equidad de género, sino que también se extiende a la estructura socioeconómica más amplia, donde el dinero puede influir en decisiones políticas, moldear opiniones públicas. La relación entre dinero y poder es compleja y multifacética, abarcando aspectos económicos, psicológicos y sociales que definen la interacción humana y la organización de nuestras sociedades. En la era moderna, la discusión sobre la influencia del dinero en la política y la sociedad sigue siendo de vital importancia, ya que las decisiones sobre su distribución y administración tienen implicaciones profundas en la democracia y el desarrollo económico.

  • Las responsabilidades en el hogar

La evolución del rol del hombre como proveedor hacia una distribución más equitativa de las responsabilidades domésticas refleja un cambio significativo en la dinámica familiar contemporánea. Este cambio está impulsado por un reconocimiento creciente de la importancia de la igualdad de género y la co-participación en todas las esferas de la vida, incluyendo el ámbito laboral y el hogar.

La inclusión de formación en género en los programas educativos de mediación y otros campos relacionados es un paso crucial para fomentar una comprensión más profunda de estas dinámicas y promover prácticas más inclusivas. A medida que la sociedad avanza hacia la igualdad, el concepto tradicional de proveedor se transforma, abriendo camino a modelos familiares más flexibles y democráticos que celebran y apoyan la diversidad de roles y contribuciones de cada individuo. La co-mediación emerge como una herramienta valiosa en este proceso, ofreciendo un espacio donde ambos géneros pueden sentirse comprendidos y sus perspectivas valoradas.

  • Las emociones y las dinámicas de poder en las relaciones familiares
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La mediación, como proceso de resolución de conflictos, se enfrenta a la complejidad de las dinámicas de poder y las emociones que surgen en las disputas, especialmente en aquellas que involucran relaciones familiares y de pareja. La sensibilidad y la capacidad de manejar emociones son cruciales en este contexto, ya que pueden influir significativamente en el equilibrio de poder entre las partes. La perspectiva de Bustelo destaca la importancia de reconocer y gestionar las emociones relacionadas con la pérdida o la separación de los hijos, un aspecto que puede ser particularmente desafiante para los padres que no han estado tan involucrados en la crianza.

La mediación es un arte que requiere no solo conocimiento l técnico, sino también una profunda empatía y habilidades interpersonales. Las personas mediadoras actúan como facilitadoras imparciales, ayudando a las partes a comunicarse de manera efectiva y a encontrar un terreno común. La clave del éxito en la mediación radica en la capacidad del mediador para entender las emociones y las perspectivas de cada parte, y para guiar la conversación hacia soluciones que respeten los intereses y necesidades de todos. Al abordar las emociones difíciles y las dinámicas de poder con sensibilidad y respeto.

  • Influencia de la organización familiar y el sesgo generacional
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La mediación familiar es un proceso complejo donde los roles de género y las estructuras familiares tradicionales pueden influir significativamente. Los mediadores, al ser conscientes de estas dinámicas, pueden trabajar para minimizar su impacto y promover la equidad. La comprensión de cómo el sesgo generacional puede afectar las expectativas de los participantes es crucial para abordar las preocupaciones de manera efectiva y con sensibilidad. Al reconocer y adaptarse a la evolución de las normas sociales y las expectativas de género, los mediadores pueden facilitar un diálogo más abierto y justo, asegurando que todas las voces sean escuchadas y valoradas por igual. Este enfoque adaptativo no solo refleja los cambios en la sociedad, sino que también promueve la resolución de conflictos de una manera que respeta la diversidad de experiencias y perspectivas.

VIII. Abordar la asimetría en mediación

  A. Reconocimiento y gestión de las dinámicas de poder

En el ámbito de la mediación, la asimetría de poder puede ser un desafío significativo que requiere una atención meticulosa por parte del mediador. Es fundamental que el profesional en mediación posea una comprensión profunda de las dinámicas de poder y esté equipado con un conjunto de habilidades y técnicas para manejarlas adecuadamente. Esto incluye la capacidad de detectar y abordar cualquier forma de intimidación o dominación, asegurando que todas las partes tengan la oportunidad de expresarse libremente y sean escuchadas con igual consideración. La imparcialidad y la neutralidad son piedras angulares en este proceso, permitiendo que el mediador facilite un entorno seguro y equitativo donde se pueda alcanzar una resolución justa y mutuamente beneficiosa. Al final, el objetivo es que todas las partes se sientan empoderadas para negociar de manera efectiva, manteniendo la equidad y el respeto mutuo en todo momento.

B. La formación en temas de género, cultura y dinámicas sociales

La formación y habilidades de un mediador son cruciales para manejar con eficacia las dinámicas de poder en la gestión de los conflictos. La detección de señales sutiles de dominación y la comprensión de los códigos simbólicos son esenciales para mantener un proceso justo y equitativo. La formación en temas de género, cultura y dinámicas sociales ayuda a los y las profesionales de la mediación a identificar y abordar las asimetrías, especialmente en situaciones de disparidad de género, dependencia económica o jerarquías familiares. Además, la creación de un ambiente seguro y respetuoso, donde se promueva la comunicación abierta y se respeten las pausas necesarias, es fundamental para que todas las partes se sientan escuchadas y valoradas. Este enfoque integral no solo protege los intereses de los involucrados, sino que también fortalece la integridad del proceso de mediación.

IX. Conclusiones

La mediación con perspectiva de género es una herramienta valiosa en la promoción de la equidad y la justicia social. Al incorporar esta perspectiva, los mediadores pueden abordar las dinámicas de poder desiguales y ofrecer un proceso más inclusivo y representativo. La co-mediación, con equipos de personas mediadoras de diferentes géneros, puede mejorar la calidad del proceso al proporcionar una variedad de perspectivas y fomentar un entorno de mayor equidad.

 La neutralidad e imparcialidad son fundamentales para mantener la integridad de la mediación, asegurando que el proceso se lleve con profesionalismo y sin influencias personales. Estos principios son esenciales para crear un espacio seguro donde todas las partes se sientan escuchadas y respetadas, lo que es crucial para resolver conflictos de manera efectiva y justa.

X. Bibliografía

Bustelo, D. J. (1995). La Mediación Familiar Interdisciplinaria. Madrid: Ensayo

Merino, C. (2013). La mediación familiar en situaciones asimétricas: procesos de gestión de conflictos con episodios de violencia, drogodependencias, enfermedad mental y desequilibrio de poder. Madrid: Editorial Reus.

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