En este post vamos a hablar de la realidad del entorno penitenciario, es decir, de la prisión como institución, del lugar donde se retienen a las personas como consecuencia de la comisión de un delito y la condena fijada en la pena durante un determinado tiempo, por el juez que ha sido el encargado de dictar la resolución
Existen una serie de fenómenos que son necesarios de tener en cuenta, por cuanto todas estas circunstancias provocan un trastorno bastante importante en el preso, como son, por ejemplo, el cambio de forma repentina de un estilo de vida, el estar privados de los espacios cotidianos, la ruptura con las costumbres y pautas que rigen nuestra sociedad o la vida privada de libertad que supone la entrada en una institución prácticamente aislada del exterior.
Por todo ello, es en este caso, donde el interno tiene que intentar adaptarse para sobrevivir, aceptar las normas que existen en el centro y someterse a ellas, las cuales están fundamentadas y acompañadas de una rutina que se caracteriza fundamentalmente por la severidad de estas y la ausencia de motivación.
La persona que se encuentra retenida en el centro penitenciario, es decir, el preso, tiene un sentimiento de sometimiento, y consecuentemente absoluta negación de libertad de actuación, además de estar limitado a lo que las normas del centro disponen, se trata como considera parte de la doctrina en un proceso de “egocentrismo”.
De esta forma y para entender mejor esta realidad sería muy interesante entender el concepto de prisionización, como aquel “proceso de adaptación y asimilación al entorno penitenciario produciéndose de este modo, una disminución en la variedad de conductas y personalidad de los internos, unificándose sus costumbres, usos, hábitos y cultura, fruto de su estancia durante un cierto tiempo dentro de la institución penitenciaria”.
De ahí la importancia que supone la labor intramuros, la cual es mayor de lo que pensamos y que no aprovecha convenientemente dos estrategias básicas para tener en cuenta en un modelo de intervención en prisión, como son, construir un ambiente idóneo que facilite el tratamiento e implicar a todo el personal que de una forma u otra trabaja con los internos. La mediación ofrece una forma alternativa e idónea de resolver conflictos en el ámbito penitenciario, dotando además a las personas formadas en mediación penitenciaria herramientas imprescindibles para la mejora de la convivencia en los centros penitenciarios.