La vida emocional de los adolescentes se caracteriza por la polarización afectiva: los estados pueden cambiar en cuestión de minutos, oscilando entre: dependencia-independencia; amor-odio; idealista-espiritual-materialista exigente; individualista exagerado-miembro sumiso de su grupo; energético imparable- “pasota” pasivo; austero-exquisito (Kreuz, 2011, citado en Trujillo, 2019).
Dimensiones como la exigencia vs permisividad y apego vs desapego que los padres y madres muestren en su interacción con los hijos en esta etapa, serán determinantes para saber si los hijos inhiben y controlan sus conductas o, por el contrario, si se enfrentan de manera explícita a las situaciones familiares que les crea frustración e impotencia.
Ciclo de violencia
Todo ello puede generar un ciclo recurrente convivencial pernicioso para la relación entre padres e hijos. Como indican Micucci (1995) y Omer (2004) (citados en Trujillo, 2019) una vez que se inicia el ciclo de la violencia los hijos se orientan cada vez más hacia el poder, mientras los padres lo hacen hacia la indefensión.
Esto hace que los padres se centren en los aspectos negativos de la relación con sus hijos, disminuyendo la atención y el reconocimiento hacia las cualidades positivas que sus hijos evidencian en la interacción con ellos.
Mediación como oportunidad para solucionar estos casos
Como prevención o intervención, en casos donde no haya un proceso violento, la mediación se presenta como una oportunidad magnífica para que tantos padres como hijos se sientan más escuchados y puedan ponerse en el lugar de la otra parte.
Para favorecer la relación entre padres e hijos la mediación se puede desarrollar a través de diferentes técnicas terapéuticas que provoquen un acercamiento de posturas.
Técnicas para la mediación
Técnicas como la metáfora del erizo, la escritura sin censura, las frases cruzadas, las relaciones bilaterales… suponen herramientas fundamentales para que la mediación entre padres e hijos llegue a buen puerto.
En este proceso psicoeducativo conviene saber si nos encontramos ante padres dictadores, hiper protectores, delegantes o permisivos.
Técnica de la metáfora
Para trabajar el apego con padres sobreprotectores podemos utilizar técnicas como la metáfora “la emancipación de los osos”:
Los osos suelen nacer en camadas de uno o dos ejemplares y son educados generalmente por sus madres. Son ellas las que les enseñan a evitar peligros, a pescar y a seguir rastros en los bosques.
Una de las primeras cosas que mamá osa enseña a sus retoños es a ponerse a salvo ante un posible peligro. Cuando ella anticipa una situación peligrosa gruñe haciendo una señal. Los oseznos al oír la señal se encaraman a lo alto del árbol más cercano que encuentran. Mamá, con los cachorros a salvo, queda liberada para enfrentarse al peligro con mayor seguridad.
Cuando la situación de amenaza ha pasado, mamá oso hace una nueva señal y sus oseznos responden a su llamada bajando de los árboles que les habían servido de refugio…
¿Quieres conocer el final y cómo utilizarla en el proceso de mediación entre padres e hijos?
Esta y otras técnicas, junto a un análisis pormenorizado de los factores que posibilitan la violencia filioparental, podrás encontrarlas en nuestros cursos y máster en mediación.
¡Te esperamos!
¿Te animas?
Bibliografía:
Trujillo, J.J. (2019). Menores en riesgo: la violencia de los menores en diferentes contextos socioeducativos. Revista Paz y Conflictos, 12(1), 229-249.