La mediación educativa no es una simple herramienta de gestión de los conflictos, que se puede emplear en los centros docentes para tratar diversas problemáticas derivadas de las relaciones interpersonales entre los distintos miembros de la comunidad educativa, supone un derecho pleno de la ciudadanía, al que se debería tener fácil acceso y se trata de uno tan importante, que no deberíamos negárselo a los jóvenes.
Es importante entender que, si se pretende que la mediación sea el medio por excelencia por el que la ciudadanía intente gestionar y resolver sus controversias, debemos enseñar desde pequeños en qué consiste la misma y procurar que los jóvenes la experimenten como un proceso accesible y beneficioso para ellos mismos y para el resto.
Los beneficios de la mediación no se explican, se ven
La mediación no es una panacea para todos los problemas de convivencia, de hecho, la mediación no elimina, ni disminuye los conflictos que se dan en las aulas. Esto no es algo que se pueda conseguir puesto que el conflicto es inherente al ser humano y en cualquier lugar donde exista la interacción entre personas habrá conflictos entre ellos.
Sin embargo, la mediación educativa sí logra disminuir la tensión que generan los conflictos entre las personas y el número de expedientes disciplinarios, porque favorece la cooperación entre los miembros como eje del cambio y da prioridad a la creación de vínculos positivos y a la concienciación de la responsabilidad compartida sobre el clima y la convivencia, basados en el respeto, el consenso y la comunicación como principios y valores que asumen los miembros de la comunidad educativa.
Lo importante de la convivencia no es evitar los conflictos, eso solo logrará que estos se estanquen o se conviertan en algo crónico y, finalmente, estallen como problemas de grandes proporciones, ni tampoco, creer que estos no existan. Se debe conseguir que los adolescentes entiendan que las diferencias, los desacuerdos y los problemas no nos convierten en enemigos, sino que nos dan la oportunidad de aprender y generar oportunidades.
La cultura de paz es algo que la mediación puede conseguir cuando esta última se ha integrado en la comunidad educativa y se ha fijado como la forma en la que se gestionan los conflictos, pero también, en cómo se entienden estos. Cuando todas las personas de una comunidad contribuyen con su implicación al buen funcionamiento de la convivencia resulta mucho más sencillo garantizar que los centros educativos sean más productivos y seguros para todos.
La mediación es la antítesis del acoso escolar
En este punto, resulta fundamental entender que la mediación tiene un papel fundamental en la prevención de los conflictos. Principalmente, porque cambia el paradigma desde el que se abordan y dota de un papel activo en la gestión de los problemas entre los miembros, tanto por parte de las personas formadas, como de aquellas que gestionan sus conflictos a través de la mediación.
Además, cuando un centro adquiere la cultura de la mediación, se genera una comunidad mucho más unida, donde existen menos seguidores, partidarios y observadores pasivos o activos del acosador y su acoso y aparecen cada vez más defensores de las víctimas. Del mismo modo, esta última, encuentra más apoyo y confianza en el grupo, por lo que encuentra una red que le permite afrontar este problema, evitando así la ley del silencio.
En el momento en el que los adolescentes son conscientes de sus habilidades y han experimentado la posibilidad de gestionar y solucionar sus conflictos gracias a sus propias capacidades, de forma cooperativa con otros compañeros, son capaces de afrontar activamente otras circunstancias y abordar estrategias para regular sus conflictos y mejorar la calidad de sus relaciones interpersonales.
El alumnado mediador es un adulto sano y exitoso
Las habilidades que adquieren las personas que toman contacto con la mediación suponen una mejora de sus capacidades a la hora de abordar futuras situaciones conflictivas propias del día a día de cualquier adulto responsable. Sobre todo en lo que respecta a la creación de relaciones personales sanas y competencia profesional.
Para desarrollar una salud mental estable y sana es necesario saber establecer relaciones afectivas positivas, junto con un buen autoconcepto y autoestima personales. Por otro lado, el ámbito profesional también juega un papel importante, por lo que se debe estar capacitado de las competencias necesarias para tener éxito en esta área.
En estos aspectos, la mediación propicia la posibilidad de aprender y generar habilidades, capacidades y competencias que los ayudarán en todos los ámbitos de su vida, desde este preciso momento y en cualquier otro momento de su vida adulta.
Las conocidas como soft skills, son las más utilizadas en el proceso de la mediación y se aprenden a través de la experimentación y la utilización de las mismas en el contexto real de los jóvenes a la hora de abordar sus conflictos, por lo que supone un aprendizaje significativo y de un valor pedagógico incalculable.
La buena comunicación, la escucha activa, la iniciativa, el trabajo cooperativo, la toma de decisiones y la empatía son las habilidades más demandadas en el ámbito laboral en la actualidad, pero también, suponen una ventaja en el área socio-personal. Todas estas capacidades se practican a través de la mediación de forma consciente.
Es por ello que, se puede afirmar que, la mediación educativa sólo implica ventajas y mejoras reales que tienen un efecto positivo en la actualidad, pero también, y es fundamental el beneficio que supone a años vista para la ciudadanía.
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