Cómo la mediación puede ser parte de un enfoque más amplio para la educación para la paz en las escuelas y en la sociedad en general.
La mediación suele resumirse como gestión/resolución de conflictos o bien como establecimiento de acuerdos consensuados. En el contexto educativo no cabe resumir el concepto sino todo lo contrario, ampliar la idea que se tiene de la mediación. La mediación educativa no consiste sólo en resolver conflictos puntuales entre iguales y tampoco se basa en el aprendizaje de herramientas útiles para gestionar conflictos. En los centros educativos se realiza un abordaje integral y a largo plazo que incluye otras muchas actuaciones que involucran a toda la comunidad educativa.
Para conseguir un abordaje completo debe implicarse al alumnado, al equipo docente, a las madres y los padres. De esta forma las personas que rodean a los chicos y chicas en los distintos contextos donde pasan la mayor parte del día (centro educativo y hogar), inculcarán a los y las menores el mismo sistema de funcionamiento frente al conflicto, la asunción de responsabilidades, la comunicación eficaz, el uso de herramientas útiles, etc.
De poco serviría enseñar al alumnado a negociar si el propio equipo docente no propicia encuentros pacíficos y dialogados, de la misma manera, fuera del centro educativo, en los hogares no se aplicaría la mediación si los progenitores imponen soluciones sin valorar todas las posibilidades o incluso obviando las necesidades y opiniones de sus hijos e hijas. Por este motivo, la intervención en centros educativos incluye a toda la comunidad para así crear una linealidad y coherencia en las intervenciones, que aportan seguridad al alumnado a la hora de actuar.
El enfoque aplicado en los centros educativos siembra la semilla para crear una cultura de paz, promoviendo un aprendizaje experiencial en el que el alumnado conozca y reconozca cómo surge y evoluciona el conflicto. Una vez adentrados en la conflictología, se les enseña a prevenir conflictos que son evitables a través de la comunicación eficaz.
No sólo se trabaja la mediación desde su ámbito preventivo, sino que se debe trabajar también la parte interventiva. Los conflictos son inevitables y van a surgir, la idea es que ya que han aprendido a identificarlos, aquellos que no puedan prevenir, deberán gestionarlos de forma correcta.
La responsabilidad que se otorga al alumnado mediador se basa en propiciar una mejora en la convivencia, no sólo en el aula sino en todo el centro educativo. La visión que tiene el resto del alumnado sobre el alumnado mediador consiste en gran medida en valorar cómo una persona ajena al conflicto, pero igual en edad y condiciones a las personas implicadas en el mismo, es capaz de hacer un papel tan importante que facilita la comunicación, la aclaración de las situaciones de conflicto, la generación de opciones de solución y el alcance de acuerdos viables y duraderos.
Cuando el resto del alumnado descubre la figura del alumnado mediador/a, aspira a tener esas capacidades y a asumir sus funciones, ya que estas personas pasan a ser colocadas en una situación de admiración para el resto de iguales, también son personas especialmente consideradas por el personal del centro educativo y por la ciudadanía por ser propiciadoras de convivencia pacífica.
La dotación de herramientas mediadoras en menores promueve que aquello que aprenden en el centro educativo lo apliquen posteriormente a otros contextos (hogar, espacios de ocio, espacios públicos, etc.).
Las enseñanzas que se realiza con el alumnado en los centros educativos, crean cultura de paz porque redunda en toda la comunidad educativa y desde ahí se genera una influencia en la sociedad en general que promueve que la actitud mediadora se contagie creando un camino hacia un cambio de paradigma social.
El objetivo final es conseguir que las generaciones futuras sean mediadoras a la hora de afrontar conflictos entre iguales. Reducir las situaciones de desigualdad, el bullying, ciberbullying, entre otras.
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