Cuando nos preguntamos por la verdadera naturaleza de la mediación podríamos dedicarnos a buscar fundamentos jurídicos, sociales o si nos empeñamos, podríamos darle sentido a explicaciones de cualquier tipo (psicológicas, sociales, humanistas, etc.) que pudieran servir de justificación al nacimiento de un procedimiento de mediación tras surgir un conflicto entre personas que pudieran ser familia o no y que en numerosos casos conlleva desórdenes o alteraciones significativas para cualquiera de las áreas de estudio que hemos mencionado con anterioridad.
No obstante, no podemos caer en el error de protagonizar un discurso que suponga dejar atrás realidades que verdaderamente van a caracterizar el procedimiento de mediación en alguno de sus momentos; esto queda justificado en la definición de los caracteres del ser humano pues en el confluyen hechos que son de diferente índole (psicológica, sociológica o jurídica). Por ello, a lo largo de estas líneas vamos a intentar dar sentido a las habilidades del mediador en cualquiera de sus facetas relacionándola y como todas ellas van a cobrar especial relevancia para el mediador que debe ser buen conocedor de todas ellas.
Antes de tratar temas tan doctrinales como el más abstracto de los posibles en el procedimiento de Mediación como es el de la definición de su naturaleza, me gustaría llevarla a la realidad más sencilla que podamos conocer. Las habilidades del mediador, con letras mayúsculas, ha sido protagonista de la realidad de la raza humana desde sus más antiguos orígenes; en antiguas tribus, en sociedades más avanzadas y ya en núcleos familiares siempre va a poder diferenciarse una persona que tiene como tarea, reconocida o no por el resto de miembros del grupo (familiar o no), de limar de algún modo los posibles conflictos que pudieran nacer entre los mismos creando una atmósfera de diálogo. Un ejemplo claro lo podemos encontrar en la unidad familiar donde hemos podido encontrar bien definido papeles como el de cabeza de familia o la cuidador/a de los hijos; pues de igual modo, podríamos encontrar uno de los miembros a los que el resto acude para tratar sus problemas con otro de los miembros y que se encarga de hacer valer su mano izquierda en el tratamiento de ese problema.
Pues bien, acercándonos a ese rol y haciendo más real este papel, hemos sido capaces de reconocer el papel del mediador que en conflictos entre padre e hijos, que parecen se “sublevan” ante la autoridad de su padre, son capaces para evitar el conflicto de utilizar técnicas que la mediación hace suyas que realmente hace que determinados seres humanos cuentan en su abanico de valores sociales ciertas herramientas que les permite colcarse entre
Entiendo que el ser humano por defecto encuentra en la comunicación de sus problemas una de las medicinas más eficaces para poder resolverlos y esta debe ser la principal habilidad del mediador; lo único que ocurre y que no es poca cosa, es que necesitamos encontrar a alguien en quien depositar esa confianza imprescindible para que las barreras mentales que colocamos desaparezcan. El mediador conoce de esta verdad y no puede llegar a los protagonistas de la mediación si no es saltando ese obstáculo para acercarse en ese momento hasta donde debe hacerlo para crear un escenario adecuado para try volviendo al título, la principal de las raíces y sustento de la mediación es la necesidad que el ser humano tiene de comunicar aquello que le está aconteciendo.
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