El concepto remite a la idea de “protección, auxilio o favor, es decir, la prestación de socorro, auxilio o forma de ayuda a terceros. Este formato de apoyo supone la puerta de entrada a un universo amplio y complejo, este no es otro que aquel donde los universos personales (psico) y contextuales (socio/ culturales) definen la realidad social, ya sea esta referida a nivel macro o micro social (Blanco y Rodríguez, 2007).
La afirmación anterior es más sólida, si cabe, ante situaciones que alteran drásticamente la dinámica social (emergencia/catástrofes) como es el caso de la COVID-19.
Ante sucesos tan complejos como la pandemia, la realidad que produce situaciones dolosas no puede ser descompuesta en sus elementos constitutivos sin dañar la comprensión global del suceso impactante; todo ello por una simple razón, el suceso que genera vulnerabilidad, que no es otro que la complejidad de la vida, es su material constitutivo y por su naturaleza es indisoluble en sub planos sociales y/o subjetivos.
La realidad social, la que observamos cada día, se muestra de manera poliédrica exponiendo sus aristas asociadas a diversas formas de padecimiento, esto es, aquellos que manifiestan formas colectivas, en unos casos, e íntimos, personales y subjetivos, en otros.
En ambos casos los perfiles se funden hasta hacerse urdimbre, siendo altamente complejo definir sus fronteras; este es el objeto del diagnóstico psicosocial, el momento donde las biografías sociales e intimas hacen cuerpo y explican los dolores y padecimientos vividos y sentidos por las personas con las que mediamos cada día (Poveda, Lozano y Gómez, 2012).
La reflexión que acompaña intencionalmente este trabajo trata de interconectar dinámica y recíprocamente ambas realidades, especialmente en tiempos de pandemia y mediante técnicas de atención telefónica; en definitiva, no hablamos de otra cosa que de gestionar la complejidad, ambigüedad, reflexividad e incertidumbre que rodea constitutivamente la naturaleza humana, es decir, aquella asociada y esencial al homo sapiens.
¿Cuáles son los objetivos del apoyo psicosocial?
Profundizando en la definición conceptual y siguiendo a Arricivita (2013, 2019) los objetivos del apoyo psicosocial son:
- Ayudar a las personas directamente afectadas, familiares y personas allegadas, o colectividad, a resolver problemas, dificultades y/o necesidades sociales y psicológicas derivadas de una situación de catástrofe.
- Reforzar sus recursos y capacidades de afrontamiento.
- Tratar de reducir o paliar sus condiciones de vulnerabilidad frente a situaciones de amenaza, catástrofe y perdida, ya sea sobrevenida o traumática.
Los apoyos sociales son esenciales para proteger y apoyar la salud mental y el bienestar psicosocial en emergencias, y deben organizarse a través de múltiples sectores.
Asimismo, podemos desglosar los diversos tipos de apoyos sociales en los siguientes:
- Emocional
- Instrumental
- Informativo
- Evaluativo
- Empatía, cuidado, amor y confianza; parece ser uno de los más importantes.
¿El apoyo psicosocial se manifiesta en un proceso de mediación?
Pues efectivamente, tenemos que decir que sí se manifiesta, ya que el apoyo psicosocial consiste también en ofrecer información a otras personas para que éstas puedan usarla en situaciones problemáticas. No proporciona soluciones, sino recursos.
Implica una transmisión de información y un entorno favorable para abrirse a la comunicación y facilitar la resolución de conflictos. Es un apoyo relevante para la autoevaluación.
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Tras esta lectura, se puede observar que la Mediación es un instrumento valiosísimo para ayudar a toda la sociedad. Es un medio de ayuda a las personas, en muchos momentos de su vida, ya a la hora de resolver sus conflictos con otras personas; ya a nivel de grupos numerosos de personas en los casos de catástrofes, ya a nivel familiar, etc, etc.
Efectivamente, la información que se puede ofrecer a todas estas personas les puede facilitar comunicarse entre ellos, de una forma más empática y, de ese modo, poder resolver los conflictos que pudieran haber surgido entre ellos.