¿Qué significa Responsabilidad Afectiva?
La responsabilidad emocional consiste en ser responsables con las consecuencias de nuestras acciones respecto al resto, implica comprender que, siempre que dos personas se vinculen, adquieren el compromiso de cuidar y respetar los sentimientos del otro.
En términos generales, la responsabilidad afectiva no es una cualidad que se tiene, es más bien, una forma de comportarse con quienes nos rodean. Se es responsable emocional y afectivamente al ser conscientes de que nuestras acciones, actitudes, gestos y comportamientos pueden lastimar a otras personas.
Esto no significa que deban permanecer en relaciones que no desean, pero sí implica que deben ser claros y asertivos con la otra persona y no generarle daños gratuitos.
¿Cuál es el origen del termino Responsabilidad Afectiva?
El término Responsabilidad Afectiva se empezó a utilizar y emplear desde los años 80 por psicólogas como Deborah Anapol, Dossie Easton y Janet Hardy. El origen de este concepto parte del poliamor y de cómo llevar relaciones abiertas amorosas con varias personas de una manera ética y responsable.
En los últimos años el uso de este concepto se ha generalizado, aplicándose a relaciones de monogamia y hasta a relaciones en un ambiente laboral o académico.
¿Cómo es la responsabilidad afectiva en la adolescencia?
Durante la adolescencia, las relaciones con el grupo de iguales cobran una gran relevancia. Es una etapa de emociones intensas y cambiantes.
Es en esta época, cuando las personas comienzan sus primeras relaciones amorosas. Cuando los jóvenes se embarcan en una relación, esta les parece única e irremplazable; pero, con la misma intensidad con la que comenzó, puede desvanecerse, y este cierre no siempre se lleva a cabo de la mejor forma.
En ocasiones, debido a una actitud egoísta, propia de la etapa de la adolescencia y en otros casos por una falta de habilidades y autoestima, lo cierto es que a muchos adolescentes les cuesta comunicarse adecuadamente en este tipo de situaciones. Y, en consecuencia, sus vínculos personales son pocos satisfactorios e incluso perjudiciales.
Por otro lado, también la responsabilidad emocional implica hacerse cargo de las propias emociones, saber identificar que lo que una persona siente y tener conciencia de que las emociones dependen de uno mismo. Es frecuente observar en las relaciones entre adolescentes cómo estos depositan en otros su estado de ánimo. Se sienten felices cuando la otra persona se comporta como ellos esperan y se decepcionan, enfadan y entristecen cuando los demás no cumplen sus expectativas.
Esta forma de relacionarse puede llevar a situaciones de dependencia muy perjudiciales. Sentir que necesitan de otra persona para ser felices y que la felicidad de otro depende de ellos no es saludable. Es necesario que aprendan a gestionar sus emociones, de forma que no sean los actos de los demás los que las definan. Y, del mismo modo, que comprendan que no es su responsabilidad llenar las expectativas de nadie más.
El concepto de responsabilidad emocional se hace fundamental para que los menores sepan relacionarse con los demás de una manera sana y equilibrada. Y son tanto los padres, los profesionales que trabajan con menores, los responsables de inculcar los valores que harán posible que esta se ponga en práctica.
¿Cómo se desarrolla la responsabilidad afectiva?
Las personas estamos en contacto vinculo y cercanía con personas de nuestro entorno, somos seres sociales. Para desarrollar la Responsabilidad Afectiva e introducirlo en nuestra vida cotidiana es importante, primero, desarrollar habilidades y competencias en Inteligencia Emocional: la regulación emocional y la consciencia de nuestras acciones y palabras ante otros se convierten en el primer paso para alcanzar la responsabilidad afectiva.
Existen diferentes comportamientos o acciones que pueden conformar a la responsabilidad afectiva y que, al aplicarlos en nuestras relaciones, se pueden alcanzar vínculos sanos. Algunos de ellos son:
- Comunicación clara y trasparente.
- Poner límites.
- Validar los sentimientos y emociones del otro.
- Asumir las emociones y comportamientos propios.
- Estar abierto al conflicto y a la resolución de este.
En el momento social y cultural, en el que nos encontramos, en el que las personas nos comunicamos constantemente, tanto en las relaciones profesionales, viajes, fuera y dentro del país, etc, es básico, que la relación entre todas esas personas se lleve a cabo dentro de unos límites en los que debe enarbolar, al menos, la intención de poder comunicarnos fácilmente para poder llegar a un entendimiento, consenso sobre esas decisiones, que debemos tomar, tanto en las relaciones de trabajo, como de tipo social. La mejor forma de conseguir una buena convivencia, relación profesional, amorosa, etc, es tener claros los límites que debemos tener en cuenta, como es el respeto a los demás, a intentar no herir sus sentimientos y expresarnos lo más claramente posible, para que entiendan nuestro punto de vista. Igualmente, debemos intentar no dejarnos llevar por nuestras emociones y buscar un control emocional, con lo que podremos conseguir que en la conversación que se tiene con esa otra persona, o con ese grupo, ya sea de tipo profesional, amistoso, o relación amorosa, sea satisfactoria para todos.
Podríamos preguntarnos, si esa responsabilidad afectiva, que nos facilita las buenas relaciones laborales, profesionales, amorosas, etc, si es lo que siempre se ha conocido, comúnmente, como buena educación. Yo diría, que la buena educación es importantísima, puesto que nos impone unas reglas de comportamiento en aras a poder relacionarnos con los demás; pero, habría que añadir, que, además, hemos de educarnos en buscar la transparencia, ser claros a la hora de transmitir nuestras opiniones; en ser generosos, en el sentido de estar abiertos a las opiniones de los demás, aunque no estemos de acuerdo con ellos. Y, sobre todo, estar abiertos al debate, para llegar, finalmente, a los acuerdos, que el tema en cuestión lo requiera. En fin, antes de mantener todas estas relaciones sociales y de cualquier otra índole, que se nos presentan día a día, hemos de prepararnos, educarnos en mantener todos esos límites que nos permitirán mantener una relación respetuosa con los demás, abierta a resolver todos los conflictos, que se nos planteen, aceptando otras opiniones, etc, etc. En definitiva, yo diría que , diariamente, nos estamos conciliando, mediando, en todo momento, en las relaciones sociales, amorosas, y, por ello, debemos insistir en tener en cuenta, como un principio básico en todas esas relaciones – la responsabilidad afectiva-.