Autolesiones y conductas suicidas en adolescentes: señales, detección y respuesta desde la mediación

Las autolesiones y las conductas suicidas en la adolescencia son una señal de sufrimiento y una petición de ayuda que no podemos ignorar. Detrás de un corte, una quemadura o una conducta impulsiva suele haber dolor emocional intenso y dificultades para regular o expresar lo que se siente.
En esta guía explicamos qué son, cómo detectarlas a tiempo y qué intervenciones funcionan, con pautas concretas para centros educativos, servicios psicosociales y equipos de mediación.

Qué entendemos por autolesión y conducta suicida

Autolesión (NSSI): daño deliberado al propio cuerpo sin intención de morir (p. ej., cortes, quemaduras, golpes). Suele funcionar como regulación emocional, sensación de control o autocastigo.

Conducta suicida: abarca ideación, planes, intentos y suicidio consumado; existe intención (o riesgo claro) de morir.
Aunque son constructos distintos, coexisten a menudo y comparten factores de riesgo. Evaluarlas conjuntamente mejora la prevención.

Por qué estamos viendo más casos

En la última década, múltiples sistemas de vigilancia y servicios de urgencias han observado más consultas por autolesiones e ideación/intentonas en adolescentes, en especial chicas, y en contextos con bullying, tensión académica o crisis familiares. Esto ha llevado a salud y educación a priorizar protocolos de detección y respuesta.

Factores de riesgo (modelo multifactorial)

Individuales: depresión, TCA, impulsividad, baja tolerancia a la frustración, intentos previos.

Familiares: conflicto crónico, violencia, negligencia, comunicación deficitaria, historia familiar de suicidio o enfermedad mental.

Sociales y escolares: acoso, exclusión, presión académica, consumo de sustancias, acceso a medios letales.

Culturales y mediáticos: efecto contagio por coberturas inadecuadas, normalización de la autolesión en redes.

Señales de alarma: qué observar

Cambios bruscos en el estado de ánimo (tristeza, irritabilidad), aislamiento, pérdida de interés.

Heridas o cicatrices inexplicadas, uso persistente de mangas largas en calor.

Mensajes sobre vacío, culpa, despedidas o “no tener sentido”.

Impulsividad, consumo de sustancias, bajada académica y conflictos en casa o aula.

Claves para detectar a tiempo
Formar a profesorado, orientadores/as, educadores/as y mediadores/as para preguntar de forma directa y empática:

“Cuando te sientes desbordado/a, ¿te has hecho daño o has pensado en hacerte daño?”
Preguntas claras, sin juicio y con tiempo para escuchar facilitan que el/la adolescente se abra.

Evaluación inicial y plan de seguridad

Ante indicios, valora de inmediato:

  1. Riesgo actual (intención, plan, medios disponibles).
  2. Frecuencia y método de las autolesiones.
  3. Desencadenantes recientes (conflictos, pérdidas, bullying).
  4. Red de apoyo (familia, iguales, referentes adultos).

Plan de seguridad básico

  • Retirar o limitar acceso a medios peligrosos en casa/centro.
  • Identificar señales tempranas y estrategias alternativas (respiración, distracción conductual, contacto con adulto de referencia).
  • Listar personas y recursos a los que acudir.
  • Fijar pasos de emergencia (a quién avisar y cómo).

En riesgo alto: activar urgencias o salud mental; en riesgo moderado/bajo: derivación preferente, seguimiento estrecho y coordinación interprofesional.

Intervenciones que funcionan

Terapia cognitivo-conductual (TCC) adaptada a conducta suicida/autolesiva: habilidades de afrontamiento, solución de problemas, reestructuración cognitiva.

Terapia dialéctico-conductual (TDC) para adolescentes: regulación emocional, tolerancia al malestar, eficacia interpersonal y prevención de recaídas.

Trabajo con la familia: mejorar comunicación, reducir conflicto, alinear pautas y supervisión.

Apoyo escolar: protocolos anti-bullying, tutorías, acceso a consejería y espacios seguros.

Farmacoterapia: solo para comorbilidades (p. ej., depresión), nunca como único abordaje.

El papel de la mediación con menores

La mediación no sustituye a la terapia ni a la intervención clínica, pero puede:

  • Desescalar conflictos familiares y escolares que mantienen el malestar.
  • Estructurar acuerdos de convivencia (uso de pantallas, horarios, tiempos de estudio/ocio).
  • Facilitar diálogo seguro entre adolescente, familia y centro educativo.
  • Coordinar con salud mental y servicios sociales, respetando confidencialidad y sus límites.

Buenas prácticas en mediación

Revisiones periódicas del acuerdo y derivación si el riesgo aumenta.

Protocolo mínimo para centros educativos y servicios

Checklist operativo

Plan post-crisis (acompañamiento, reintegro a aulas, seguimiento).

Procedimiento de detección y derivación claro (quién hace qué y cuándo).

Formación anual a claustro y equipos (preguntar, contener, derivar).

Plan de seguridad tipo (retirada de medios, contactos clave).

Circuito de coordinación con salud mental/servicios sociales.

Criterios de comunicación con familias y registro protegido.

Comunicación responsable y trabajo con familias

  • Evitar minimizar (“quiere llamar la atención”) y también dramatizar.
  • Sustituir “¿por qué lo haces?” por “¿qué estabas sintiendo antes de hacerlo?”.
  • Acordar normas claras y predecibles en casa; reforzar conductas de autocuidado.
  • En redes y medios internos, no describir métodos ni mostrar imágenes de autolesión.

Si hay riesgo inminente

No dejar solo/a al/a la adolescente.

Retirar medios peligrosos accesibles.

Contactar con emergencias o el recurso de crisis local.

Informar a la familia/tutor legal y activar el circuito clínico.

Ayuda inmediata (España): Emergencias 112 · Línea 24/7 de conducta suicida 024.
Si estás en otro país, llama a los servicios de emergencia de tu zona o a una línea de ayuda local.

Preguntas frecuentes

¿Preguntar por suicidio “da ideas”?
No. Preguntar de forma directa y respetuosa se asocia con reducción del riesgo y mayor acceso a ayuda.

¿Y si la autolesión “no es grave”?
Toda autolesión merece evaluación. Lo “leve” puede escalar, y siempre indica malestar.

¿Se puede mediar en pleno episodio de crisis?
La crisis aguda se atiende primero por salud mental. La mediación es útil después, para pactar apoyos y rutinas.

Conclusión

No es una “moda”: es sufrimiento real. Detectar pronto, coordinar respuestas y acompañar sin juicio salva vidas. La mediación con menores, integrada con salud y educación, reduce conflicto, mejora la comunicación y sostiene cambios duraderos.

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