Mediación escolar: la base del diálogo

Hace no tanto, se conmemoró en los centros educativos la no-violencia y la paz, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, dónde se comprometen como defensores de la paz y entendimiento entre personas de distinta procedencia y modos de pensar.

Si analizamos los centros educativos, nos encontramos con un microsistema que reproduce los problemas y realidades sociales del entorno en el que se enmarcan. Es el propio alumnado el que plantea tener conflictos con sus compañeros/as a los que no siempre sabe darles solución, a pesar de querer hacerlo. Insultos, malentendidos o agresiones físicas son pequeños enfrentamientos que se dan en las aulas, pasillos o patios de los centros educativos. Querer que estos desaparezcan es inútil, ya que el conflicto es inherente a la persona, por lo que siempre nos vamos a encontrar con situaciones en las que las diferentes posturas de los implicados van a necesitar la ayuda de alguien preparado para guiarles en la búsqueda de la solución de su problema.

La mediación ofrece a los centros educativos una herramienta más a la que poder acudir para solventar los problemas que surjan en la comunidad educativa. Principalmente con el alumnado, pero también abriendo la puerta a profesorado y padres y madres que quieran apuntarse a esta aventura. El diálogo, la asertividad, la solidaridad o la empatía son palabras que empiezan a cobrar sentido en aquel alumnado que quiere formar parte del equipo de mediadores escolares, hasta el punto de transmitirlo y contagiarlo a sus compañeros.

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El conflicto forma parte de las personas, pero también, que somos capaces de darle respuesta de una manera pacífica y dialogada. Ahora bien, ¿cómo aprendemos a hacerlo?, ¿acaso se trata de un don innato en la persona?

Evidentemente la respuesta es que no, no siempre encontramos la forma de dar una respuesta pacífica a los conflictos que nos acontecen pues, al entrar en juego las emociones podemos dejarnos llevar por sentimientos que, si no están bien canalizados, darán lugar a respuestas agresivas, violentas, evasivas, y, en definitiva, poco o nada adecuadas para enfrentarnos al conflicto como una oportunidad de crecimiento.

En la escuela se entablan relaciones con los iguales, pero también con figuras de autoridad como son las/os maestras/os, profesores/as y padres/madres de otros/as alumnos/as de la escuela. Es en el ámbito educativo dónde se viven y se refuerzan los valores que aprendemos en la familia. Reproducimos todo lo que se nos ha enseñado hasta ese momento, pero también tenemos la capacidad de seguir aprendiendo.

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Por este motivo, la escuela es un agente socializador que se nos presenta como un microsistema que refleja la sociedad en la que vivimos, aunque de una manera más controlada y segura. Es nuestro campo de entrenamiento social, donde aprendemos que la vida es también relación y que no siempre vamos a encontrarnos con relaciones pacíficas. En el ámbito educativo, el alumnado debe aprender a gestionar sus conflictos, y es tarea de la comunidad educativa enseñar a los/as niños/as a hacerlo de la mejor manera posible. De este aprendizaje se derivará, en gran parte, como actuarán los que en unos años serán adultos de pleno derecho en la sociedad.

El aula o el patio de un colegio son escenarios donde se aprende todo esto y donde se pueden fraguar miembros de una sociedad que utilicen el diálogo como herramienta para gestionar conflictos, dejando de lado la coacción, las amenazas o las agresiones

Por otra parte, a medida que el alumnado va creciendo y entrando en la adolescencia, también se suelen dar diferencias entre profesores/as y alumnos/as que no siempre se resuelven de una manera satisfactoria para ambas partes. En ocasiones son los padres y madres los que intervienen en los conflictos que se dan en el centro, llegando a enfrentar a estos con los/as profesores/as o con otros padres y madres. Por este motivo, se hace esencial la existencia de un espacio de comunicación donde las partes implicadas sean capaces, a través del diálogo, de exponer cuál es el problema y poder encontrar una solución que satisfaga a todos los implicados.

Dado que estas habilidades de comunicación no son innatas, se hace necesaria la creación de un grupo de mediadores escolares, que puedan ayudar a las partes a sentarse, hablar y  gestionar sus conflictos de una forma adecuada.

La infancia y la adolescencia es un tema que, por desgracia, últimamente ocupa muchas portadas y noticias y, no siempre felices…

Trabajemos desde la base para que nuestros menores desarrollen todas sus competencias y habilidades con la seguridad de que sus derechos serán respetados y con la firme convicción de que hemos avanzado, pero aún nos queda mucho por hacer…y este es el camino.

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