La infancia sigue siendo la gran víctima invisible de la guerra. Aunque el derecho internacional humanitario establece una protección reforzada para los menores en conflictos armados, la realidad muestra que miles de niños son reclutados, atacados o desplazados cada año.
En este artículo analizamos cómo el marco jurídico internacional busca protegerlos, cuáles son las violaciones más frecuentes y los retos actuales para garantizar su seguridad en escenarios como Yemen, Afganistán, Palestina o Myanmar.
El derecho internacional humanitario y la infancia en conflictos armados
Los niños en la guerra constituyen uno de los colectivos más vulnerables. Sufren desplazamientos forzados, pérdida de familiares, interrupción de la educación y graves daños físicos y psicológicos.
El Derecho Internacional Humanitario (DIH) y la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) reconocen la necesidad de brindarles una protección especial, pero la aplicación práctica es deficiente.
Marco jurídico internacional de protección de los menores
El marco normativo internacional es contundente: los menores no deben participar en conflictos armados ni ser objeto de ataques.
- Convención sobre los Derechos del Niño (1989) → Prohíbe el reclutamiento de menores de 15 años y garantiza protección especial.
- Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra (1977):
- Protocolo I (conflictos internacionales): prohíbe participación y reclutamiento militar de menores de 15 años.
- Protocolo II (conflictos internos): protege la educación y asistencia de niños en la guerra.
- Protocolo Facultativo (2000): eleva la edad mínima de reclutamiento a 18 años.
En teoría, la infancia debería estar blindada frente a la guerra. En la práctica, las violaciones son constantes.
Principales violaciones contra los niños en conflictos armados
La ONU ha identificado seis violaciones graves contra los menores en la guerra:
- Reclutamiento de niños soldados → Miles de menores son obligados a combatir en Siria, Sudán del Sur, RDC o Myanmar.
- Asesinatos y mutilaciones → Bombardeos indiscriminados cobran víctimas infantiles.
- Violencia sexual contra menores → Niñas y adolescentes sufren abusos, esclavitud sexual y matrimonios forzados.
- Secuestros → Utilizados como rehenes o para explotación.
- Ataques a escuelas y hospitales → Privan a los niños de su derecho a la educación y la salud.
- Bloqueo de ayuda humanitaria → Niños sin acceso a alimentos, medicinas y refugio.
Estas prácticas violan abiertamente el derecho internacional humanitario y perpetúan el sufrimiento infantil.
Mecanismos de protección y denuncia internacional
Existen diferentes instrumentos de protección y rendición de cuentas:
- ONU: cada año publica un informe sobre violaciones contra los niños en conflictos armados.
- Corte Penal Internacional (CPI): condenó en 2012 a Thomas Lubanga por reclutar niños soldados en RDC.
- UNICEF y CICR: trabajan en desmovilización, reunificación familiar y programas educativos.
Sin embargo, la falta de cooperación estatal y la prolongación de conflictos armados dificultan el cumplimiento real.

Retos actuales en la protección de la infancia en la guerra
El desafío principal es la brecha entre la norma y la realidad. Aunque el derecho internacional humanitario es claro, su aplicación depende de la voluntad de los Estados y de mecanismos de sanción efectivos.
Además, nuevos escenarios bélicos complican la protección de los menores:
Guerras híbridas y conflictos con múltiples actores no estatales.
Uso de drones e inteligencia artificial en ataques.
Prolongación de guerras civiles y regionales.
La solución pasa por fortalecer los mecanismos de verificación, apoyar a las víctimas y reforzar la educación para la paz.El aprendizaje cooperativo organiza al alumnado en equipos con roles definidos y metas comunes. Favorece la inclusión, desarrolla competencias sociales y prepara para la vida adulta.
Conclusión
LEl derecho internacional humanitario y la Convención sobre los Derechos del Niño ofrecen un marco jurídico sólido. Sin embargo, mientras persista la impunidad y los Estados no cumplan sus compromisos, los niños seguirán siendo las víctimas más indefensas de la guerra.
Garantizar su protección es un deber universal que requiere más acción, más recursos y más rendición de cuentas.
Para que funcionen, se requiere formación permanente del profesorado, liderazgo pedagógico y apoyo institucional.
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