En el entorno educativo, los conflictos y las situaciones de alta tensión son inevitables. Los educadores que trabajan con personas menores enfrentan el desafío de manejar estos momentos de manera que mantengan la calma y la seguridad de todos los involucrados. Las técnicas de contención verbal son herramientas esenciales para desescalar situaciones potencialmente conflictivas y evitar que se intensifiquen. Este artículo ofrece una guía práctica para educadores sobre cómo utilizar estas técnicas de manera efectiva.
Comprender la contención verbal
La contención verbal se refiere al uso de la comunicación para prevenir o reducir la escalada de comportamientos agresivos o disruptivos. A diferencia de las técnicas físicas, la contención verbal se centra en el diálogo y la interacción respetuosa para abordar el conflicto. Este enfoque no solo es menos invasivo, sino que también promueve un ambiente de respeto y cooperación.
Mantener la calma y el control
El primer paso en cualquier situación tensa es que el educador mantenga la calma. Las personas menores a menudo responden a las señales emocionales de los adultos, por lo que proyectar una actitud tranquila y controlada puede ayudar a desescalar la situación. Respirar profundamente y hablar con un tono de voz suave pero firme puede transmitir tranquilidad y autoridad.
Escuchar activamente
La escucha activa es fundamental para la contención verbal. Esto implica prestar atención plena a lo que la persona menor está diciendo, sin interrumpir ni juzgar. Hacer preguntas abiertas y repetir lo que se ha escuchado para confirmar la comprensión puede hacer que la persona menor se sienta escuchada y comprendida, reduciendo su necesidad de actuar de manera disruptiva.
Validar sentimientos y perspectivas
Validar los sentimientos de la persona menor no significa estar de acuerdo con su comportamiento, sino reconocer sus emociones. Frases como «Entiendo que te sientes frustrado» o «Parece que estás muy enojado por esto» pueden ayudar a calmar la situación al mostrar empatía y comprensión. Este reconocimiento puede abrir el camino para una comunicación más productiva.
Utilizar un lenguaje positivo y neutral y establecer límites claros y consecuencias
El uso del lenguaje es crucial en la contención verbal. Evitar frases acusatorias o negativas y optar por un lenguaje positivo y neutral puede reducir la tensión. En lugar de decir «Deja de gritar», se puede decir «Hablemos en voz baja para que podamos entendernos mejor». Esta técnica ayuda a enfocar la atención en el comportamiento deseado en lugar del comportamiento problemático.
Es importante que las personas menores comprendan las reglas y las consecuencias de no seguirlas. Establecer límites claros y comunicar las consecuencias de manera calmada y consistente puede ayudar a prevenir la escalada de conflictos. Por ejemplo, «Si no puedes mantener la calma, necesitaremos tomar un descanso para hablar sobre esto más tarde».
Ofrecer opciones y soluciones
Dar opciones a las personas menores puede empoderarlas y reducir su resistencia. Ofrecerles alternativas viables para resolver la situación les permite sentir que tienen cierto control sobre el desenlace. Por ejemplo, «Podemos hablar sobre esto ahora o después de clase. ¿Qué prefieres?». Esta estrategia no solo desescalará el conflicto sino que también fomentará la toma de decisiones responsables.
Utilizar el tiempo de espera constructivamente
El tiempo de espera no debe ser visto como un castigo, sino como una oportunidad para que la persona menor recupere la calma. Explicar que el tiempo de espera es para ayudar a todos a pensar con claridad y resolver el problema de manera más efectiva puede cambiar la percepción de esta técnica. «Vamos a tomar un minuto para calmarnos, y luego hablaremos sobre cómo resolver esto juntos».
Practicar la empatía y la paciencia
La empatía y la paciencia son esenciales en la contención verbal. Entender que las personas menores a menudo están aprendiendo a manejar sus emociones puede ayudar a los educadores a ser más comprensivos y menos reactivos. Practicar la paciencia y recordar que el objetivo es enseñar habilidades de manejo emocional, no solo resolver el conflicto inmediato, es crucial.
Después de una situación tensa, es útil reflexionar sobre lo que ocurrió y cómo se manejó. Preguntarse qué funcionó bien y qué podría haberse hecho de manera diferente puede proporcionar valiosas lecciones para futuras interacciones. Involucrar a las personas menores en esta reflexión también puede ayudarles a aprender de la experiencia y desarrollar mejores estrategias de manejo de conflictos.
Las técnicas de contención verbal son herramientas poderosas que pueden ayudar a los educadores a manejar conflictos de manera efectiva y respetuosa. Al mantener la calma, escuchar activamente, validar sentimientos, utilizar un lenguaje positivo, establecer límites claros, ofrecer opciones, utilizar el tiempo de espera de manera constructiva, practicar la empatía y reflexionar sobre cada situación, los educadores pueden crear un entorno educativo seguro y positivo. Estas estrategias no solo desescalarán situaciones de conflicto, sino que también enseñarán a las personas menores habilidades valiosas para manejar sus propias emociones y comportamientos.