Mediación educativa de la muerte
La muerte es un fenómeno en nuestra vida que está presente, paradójicamente, hasta el día de nuestro último aliento. Cuando acontece cerca de nosotros, nos obliga a reconocer su existencia, así como nuestra propia vulnerabilidad y condición finita.
Si bien, unos y otros, en mayor o menor medida, hemos conocido la muerte a través del fallecimiento de seres queridos, nunca hemos vivido nuestra propia muerte, que se postula como una reflexión continua en nuestro devenir diario, a través de preguntas que formulamos que, muy a nuestro pesar, no tienen respuesta. Savater (1999) lo describe de la siguiente manera:
Iba a morirme yo, a pesar de ser yo. La muerte ya no era un asunto ajeno, un problema de otros, ni tampoco una ley general que me alcanzaría cuando fuese mayor, es decir: cuando fuese otro. Porque también me di cuenta entonces de que cuando llegase mi muerte seguiría siendo yo, tan yo mismo como ahora que me daba cuenta de ello. Yo había de ser el protagonista de la verdadera muerte, la más auténtica e importante, la muerte de la que todas las demás muertes no serían más que ensayos dolorosos. ¡Mi muerte, la de mi yo! ¡No la muerte de los «tú», por queridos que fueran, sino la muerte del único «yo» que conocía personalmente! Claro que sucedería dentro de mucho tiempo, pero… ¿No me estaba pasando en cierto sentido ya? ¿No era el darme cuenta de que iba a morirme yo, yo mismo, también parte de la propia muerte, esa cosa tan importante que, a pesar de ser todavía un niño, me estaba pasando ahora a mí mismo y a nadie más?.
Duelo
Por su parte, el duelo es un proceso de transición, un proceso que supone una afirmación de terminación de la vida y una afirmación de continuación de la vida. Cuando muere una persona importante y la familia e individuo empiezan a acusar la pérdida, el mundo cambia y el significado se ve alterado, la vida se ve alterada. El proceso de duelo facilita encontrar una nueva identidad, cambiar las coordenadas, encontrar un nuevo sentido. Al final, el proceso de duelo consiste en la construcción de una narrativa nueva sobre la propia historia y la pérdida sufrida.
Pedagogía y didáctica de la muerte
La educación para la muerte se fundamenta en la idea de que, evitando la negación de esta, las actitudes y las prácticas relacionadas con ella en la cultura occidental permitirán que los individuos y las instituciones estén en mejores condiciones para enfrentarla (Cantero, 2013). Para ello, es fundamental que, tanto desde la escuela, como desde otras entidades sociales que trabajan para mejorar la calidad de vida de diferentes grupos de personas, se forme a los profesionales y a los alumnos e individuos «receptores» de sus servicios para que elaboren un concepto y un proceso de la muerte menos artificioso y condicionado a nivel cultural.
Se puede entender la pedagogía de la muerte, a través de la definición de De la Herrán et al. (2021), es decir, la parcela de la pedagogía que investiga todo lo relacionado con la inclusión de la muerte en la educación y la enseñanza, partiendo de: la Didáctica y organización escolar, de la Teoría e historia de la educación y de los Métodos de investigación y diagnóstico en educación. Entendiendo, por tanto, la didáctica de la muerte como la aplicación teórico-pragmática de la «Educación para la muerte». Orientándose esta hacia fundamentar el enseñar, el aprender, el desaprender y el reaprender en función de la (auto)formación de alumnos y profesores (Herrán y Cortina, 2007).
Abarcando, entre otros aspectos, la planificación didáctica, el clima social, la motivación, el aprendizaje formativo, la metodología didáctica, los recursos, incluidas las TIC, la didáctica de la creatividad, la evaluación docente y discente, la atención a la diversidad, la tutoría (De la Herrán et al., 2021). La educación para la muerte y la pedagogía de la muerte facilitan la conciencia de esta como una Presencia que llena la vida de sentido y de valor.
Proponen además hacer evidente que la muerte no solo existe cuando perdemos a alguien. Sufrimos pérdidas a lo largo de la vida, desde que nacemos. Abordar las pérdidas parciales desde la pedagogía de la muerte facilita el desarrollo de herramientas que minimizan el efecto de desconcierto que provoca la pérdida y el sufrimiento. Si atendemos al relato de Savater (1999), podemos observar cómo describe una de las etapas de la vida en la cual nos encontramos con ese “darme cuenta”, el descubrimiento de la propia muerte y hacerme consciente de que “yo también debo morir algún día”.
La conciencia de la propia finitud nos abre a la conciencia del propio Yo. Y con palabras de Savater: “Yo había de ser el protagonista de la verdadera muerte, la más auténtica e importante, la muerte de la que todas las demás muertes no serían más que ensayos dolorosos. ¡Mi muerte, la de mi yo!” A la vez que la conciencia de finitud nos despierta a la conciencia del propio yo, también nos desvela su muerte.
Qué tiene que ver la pedagogía de la muerte con la mediación educativa
La mediación educativa es la disciplina encargada de construir herramientas para encontrar posibles alternativas de solución a las problemáticas generadas en el ámbito educativo. El objeto final de la misma debe ser la mediación a través de iguales, toda vez que entre ellos existe una dimensión horizontal que no es característica en otros tipos de relaciones en dicho ámbito (como puede ser la relación alumno-profesor). La misma fomenta que los estudiantes puedan resolver y aprender de las disputas interpersonales que se producen entre ellos y a partir de la misma se establecen cambios en la forma que tienen los alumnos de entender y resolver los conflictos.
¿Qué mayor conflicto y posibilidad de autogestión que el hecho de asumir la muerte de un ser querido?
La escuela es transmisora de los valores y tabúes sociales y la muerte es un tema que apenas tiene cabida en los centros y aulas escolares. Por tanto, cabe resaltar el poder de la comunicación y de la palabra tan presentes en el proceso mediador. Donde se busca desde el primer momento, al igual que en el proceso de duelo, poner de manifiesto lo que sentimos en aras de evidenciar cómo estamos y qué queremos. Aunque nuestra cultura se fundamenta en el uso de la palabra, el silencio, en muchas ocasiones, tiene tanto poder comunicativo y educativo como esta. Tanto es así, que cuando tenemos un problema solemos actuar evidenciando de manera impulsiva qué nos pasa, tratando de resolverlo a la mayor brevedad posible, sin darnos tiempo a meditar y reflexionar sobre las circunstancias y causas que dieron origen a una determinada situación conflictiva.
De igual modo, cuando afrontamos la pérdida de un ser querido o algún ser querido de alguien cercano muere, intentamos, por todos los medios, intervenir de manera inmediata. Cuando, en muchos casos, lo que se requiere es un proceso de atención, escucha y observación que ayude a la persona implicada a digerir la situación y poder tomar decisiones, partiendo siempre de un clima de seguridad y calidez emocional.
La idea principal de las diversas religiones es la de mostrar y hacer cumplir, cada una desde su enfoque particular, un código moral sobre la vida, poniendo en el morir su punto de inflexión y consecuencia fundamental, para dotar a ambos de un sentido más profundo. Sean cuales sean las creencias de cada tradición y religión, desplegar una mirada en torno a la multiplicidad de versiones que existen sobre la muerte y sobre el “más allá” ensancha nuestra propia “versión”, inevitablemente influida por la cultura. Al mismo tiempo propicia una relativización de las creencias allanando el camino hacia una comprensión transcultural y transreligiosa de la vida y de la muerte.
Para todo ello, la mediación en el proceso de duelo es una herramienta indudable, y casi imprescindible, ya que aspira a cumplir una serie de objetivos vitales dignos de mención:
- Conceptualizar la muerte y el duelo como medio para fomentar una narrativa que cuestione los tabúes existentes.
Cabe recordar que el modelo circular-narrativo de Sara Cobb se fundamenta en cambiar la historia que traen las partes, construyendo una historia narrativa alternativa.
- Definir el duelo y el significado de la muerte en otras culturas, para un mayor entendimiento de lo que significa la muerte en la sociedad actual.
Lo que casa indudablemente con el objeto de estudio de la mediación intercultural.
- Construir los fundamentos y bases teóricas necesarias hacia una pedagogía socioeducativa de la muerte.
En donde, como hemos visto, la mediación educativa se torna como una herramienta casi imprescindible.
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