Las diferencias y los conflictos forman parte de nuestras relaciones. Cuando éstos no son gestionados de forma adecuada se dan situaciones de confrontación en las que puede aparecer violencia verbal y actitudes o comportamientos negativos.
En los casos de ruptura familiar, separación, divorcio o nulidad, se rompe el equilibrio del sistema familiar y es entonces cuando los límites entre los distintos miembros del sistema se distorsionan, interfiriendo en el funcionamiento familiar y, por tanto, en las necesidades que los hijos requieren.
Muchas parejas logran rediseñar su vida, ejercer una parentalidad responsable, salvando obstáculos y los conflictos muchas veces inevitables. Pero otras en cambio no logran aceptar y adaptarse a la nueva situación, modificar su forma y funciones, convirtiendo su funcionamiento como sistema, en inadecuado y disfuncional.
Características de la Alta Conflictividad Parental
La Alta Conflictividad se da cuando uno o ambos progenitores implican de forma activa a sus hijos en los conflictos.
Los progenitores en estos casos buscan causar daño al otro progenitor, ya sea psicológico, económico y/o social y conseguir sus pretensiones a toda costa. Esto va a implicar la judicialización de la vida familiar, que además de saturar el sistema judicial con numerosos litigios, va a prolongar el sufrimiento de los hijos e interferir negativamente en su desarrollo.
El conflicto en estos casos esta cronificado, ya sea sobre pautas educativas como por derechos parentales. Las interacciones entre los progenitores son hostiles, tienen serias dificultades para llegar a acuerdos sobre lo más beneficioso para los hijos y muchas veces ni siquiera tienen una vía de comunicación.
En muchos casos nos encontramos con falsas muestras de colaboración, obstaculización del vínculo con una de las partes, ya sea materno o paterno filial, dificultad sobre la crianza, historias de violencia doméstica y/o de género, así como también falsas alegaciones de maltrato, abuso o abandono.
Algunos de los rasgos de los progenitores que nos encontramos en la alta conflictividad son:
- Capacidad limitada para manejar la ruptura.
- Características de personalidad desadaptativas.
- Reactividad extrema a la crítica.
- Ausencia de culpabilidad.
- Falta de límites propios y/o hacia los hijos.
- Necesidad de tener todo controlado.
- Estar centrados en sí mismos y en sus necesidades.
- Deterioro de la capacidad de ver las cosas desde otro punto de vista.
- Sentirse con el derecho a hacer, tener, decir, etc., sin ver las consecuencias.
- Utilizar a los hijos como testigos.
- Crear confusión de los roles en los hijos.
- Dar órdenes y contraórdenes a los menores.
- Cargar de responsabilidades a los hijos que no les corresponden.
- Victimizar su rol.
- Etc.
Cómo se introduce a los hijos en el conflicto parental
Las estrategias para introducir a un hijo en el conflicto entre los miembros de la pareja, adoptan diversas formas.
La más frecuente es construir lo que llamamos Conflicto de Lealtades. En este caso los hijos son obligados a tomar partido en determinado momento por uno de los progenitores, lo que va a implicar necesariamente enfrentarse al otro.
Algunas de las formas más habituales y sencillas pueden ser, preguntarle por su opinión sobre el asunto cuando está presente la persona a la que la respuesta afectaría o podría interpretar de forma negativa, y utilizar a los niños como mensajeros.
En lo que llamamos Triangulación, cada progenitor requiere que los hijos se unan a él en contra del otro. Esto provoca una estructura disfuncional que normalmente deja paralizados a los menores. Obligados a tomar partido y posicionarse con uno de los progenitores, los menores adoptan como propio uno de “los bandos” y se enfrentan al opuesto, resultando siempre pernicioso para ellos.
Otra forma de introducir a los menores en el conflicto parental es la Parentificación (Museto, 1980). Este concepto hace referencia a la inversión de roles que se produce cuando los hijos empujados por la actitud de un progenitor que se presenta como víctima o débil frente al otro, terminan adoptando un papel de apoyo emocional al adulto. Esto provoca en los menores una sobrecarga emocional que va a repercutir en su actitud hacia la custodia y las estancias con el otro progenitor.
Cómo se debe manejar la Alta Conflictividad
A día de hoy el método de resolución de conflictos familiares que atiende de manera eficaz la Alta conflictividad parental es la Coordinación de Parentalidad. Con esta intervención no sólo se disminuye el conflicto y el desgaste de los progenitores, viéndose disminuidos también los litigios y costes, sino que principalmente va a garantizar el interés superior de los hijos, ayudando a proteger, salvaguardar y preservar las relaciones materno-paterno-filiales, siempre que sean seguras, sanas y sólidas. Así como va a ayudar a detectar posibles situaciones de maltrato que se estén dando en el sistema familiar.
Buenas tardes podría explicar cómo se logra y cuáles son las herramientas del mediador para lograr la Coordinación de Parentalidad. Muchas gracias
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