La esencia de la Navidad se formó a partir de la fusión de festividades paganas antiguas y tradiciones cristianas. Se originó en la celebración romana de las Saturnales y el culto al Sol Invictus, ambas relacionadas con el solsticio de invierno, que la Iglesia cristiana adoptó y transformó en la celebración del nacimiento de Jesucristo, fijando la fecha en el 25 de diciembre alrededor del siglo IV.
La Navidad es mucho más, por tanto, que luces, regalos y celebraciones. Es una época cargada de simbolismo y valores universales que invitan a la reflexión y al reencuentro con lo mejor de nosotros mismos. En el corazón de estas fiestas laten con fuerza la concordia, la paz y el compromiso con el entendimiento mutuo, principios que también fundamentan la mediación.
Uno de los valores que atraviesan todo este período es la concordia. Ésta implica buscar la armonía y el respeto entre las personas, incluso en medio de las diferencias. Durante la Navidad, este valor cobra especial relevancia al reunirnos con familiares y amigos, algunos de los cuales quizá no vemos a menudo o incluso con quienes puedan existir antiguos desacuerdos. Es el momento perfecto para tender puentes, dejar atrás rencillas y encontrar puntos de encuentro basados en el cariño y la comprensión.
La paz es otro de los grandes deseos de la Navidad. No solo hablamos de la paz en el mundo, sino también de la paz interior y la paz en nuestro entorno más cercano. Alcanzar este estado requiere, en ocasiones, superar conflictos y aprender a gestionar nuestras emociones y diferencias. Aquí es donde los principios de la mediación cobran especial sentido.
¿Qué valores comparten la Navidad y la mediación?

La mediación y la Navidad comparten una esencia común basada en principios fundamentales como la armonía, el respeto mutuo y la búsqueda de soluciones pacíficas. Durante las fiestas navideñas, el énfasis se pone en la convivencia, la empatía y el fortalecimiento de los lazos familiares, valores que también están en el corazón de la mediación. Esta práctica favorece el diálogo abierto y la escucha activa, herramientas clave para superar malentendidos o desacuerdos que pueden intensificarse en estos encuentros. Por tanto, la mediación se presenta como un valioso recurso para favorecer el clima de entendimiento y cooperación que la Navidad invita a cultivar, ayudando a transformar posibles conflictos en oportunidades para el acercamiento y la reconciliación.
Ya que, como decíamos en otro post: https://eimediacion.edu.es/ser-mediador/noticias-de-mediacion/la-mediacion-promueve-la-cultura-de-paz-dia-internacional-de-la-paz/
La mediación, que responsabiliza a las personas de sus acciones y del efecto que en ellas y en los demás producen, tiene efectos muy beneficiosos:
- Proporciona un aumento de la calidad de vida de las personas, ya que promueve un cambio mental que facilita una interpretación diferente y que orienta a las partes a salir del conflicto,
- Se estimula el pensamiento positivo, que hace que los deseos de venganza hacia el otro desciendan, se tome distancia y se perciba la situación de manera más equilibrada, pudiendo ver la versión del otro, aunque no se comparta.
- Se facilita el reconocimiento de la propia participación en el conflicto, la duda sobre la certeza de la versión propia y la existencia de más de una manera de interpretar lo que ocurre, proporcionando el descenso del temor y la desconfianza, tan común en el proceso interactivo conflictivo, modificando la continua necesidad de protegerse y evitando el ataque como respuesta defensiva.
- Genera confianza y es una herramienta útil para la resolución de conflictos a utilizar en multitud de campos: familiar, penal, comunitario, vecinal, escolar, sanitario. Un recurso útil para la ciudadanía que ayuda a mejorar la convivencia. Un recurso que promueve la Cultura de Paz.
La cultura de paz comienza con las personas. En la vida diaria, se cultiva a través de valores como el respeto, la empatía y la tolerancia.
En la familia, la escuela y la comunidad, se manifiesta en la gestión constructiva de los desacuerdos, la solidaridad y el apoyo mutuo.
Aprovechemos el mensaje de la Navidad para fomentar la concordia y la paz en nuestras relaciones. Hagamos de la mediación una práctica cotidiana, no solo cuando surgen conflictos, sino también como una forma de enriquecer nuestros vínculos y crecer como personas. Que estas fiestas sean una oportunidad para perdonar, comprender y construir puentes duraderos con quienes nos rodean.
¡Feliz Navidad! Que la concordia, la paz y el espíritu de mediación llenen vuestro hogar y vuestro corazón.
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